El domingo pasado, antes de que el presidente Santos anunciara que la exfiscal de Venezuela, Luisa Ortega, y su esposo, el diputado Germán Ferrer, estaban bajo protección del gobierno colombiano y si pedían asilo  se les otorgaría, una alta fuente gubernamental le había indicado a un periodista de EL NUEVO SIGLO que la exfuncionaria del vecino país, que el viernes huyó en una lancha rápida hacia Aruba y de allí tomó un vuelo a Bogotá, ya tendría todo arreglado con otra nación para asilarse allí.

EU muy interesado en venezolanos

También trascendió que no sería el de Ortega, que ayer al mediodía partió hacia Brasil, el único caso que se dará en estos días de dirigentes opositores venezolanos buscando refugio temporal en Colombia pero con la mira puesta en recibir protección de las autoridades de otros países, especialmente de Estados Unidos, con el objetivo de convertirse en testigos protegidos en varios de los procesos judiciales que se siguen allí contra la cúpula del gobierno de Nicolás Maduro por delitos que van desde de narcotráfico y violación de derechos  humanos hasta lavado de activos y otros.

Ojo al asilo en Colombia

Un experto en temas de asilo le dijo a un periodista de este Diario que Colombia, si bien tiene una larga tradición de respeto a esta figura de protección internacional a perseguidos políticos, no es “sin embargo” un buen país para los exiliados que, desde la nación que los acogió, quieren seguir ejerciendo “oposición activa, pública y permanente”. Explicó que Colombia es rigurosa en aplicar las reglas a los asilados en materia de restricción de vocería y actividad política interna y externa. Desde ese punto de vista, el experto -que pidió la reserva de su nombre- dijo que lo más conveniente para Ortega y compañía era ir a países mas flexibles en esa materia, como Estados Unidos en donde los asilados políticos o personas que reciben otros tipos de protección diplomática, temporal o permanente, tienen una mayor libertad para seguir con su casusa y activar estrategias políticas hacia su país de origen, muchas veces con la anuencia de la propia Casa Blanca o del Departamento de Estado.

¿El ‘pataleo’ de Barreras?

Las declaraciones del senador Roy Barreras en las que lanzó duras críticas a Cambio Radical e incluso hizo alusión tácita al ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, fueron leídas por parlamentarios de esa colectividad como un “pataleo” del excandidato presidencial de La U. “Pataleo” que estaría motivado no solo porque varios de sus colegas siguen presionando una amnistía al transfuguismo partidista y poder irse así a las toldas de Cambio, sino porque varios de quienes quieren abandonar el barco del “partido de gobierno” están poniendo como justificación que Barreras no es una buena opción para  encabezar la lista al Senado.

¿De precandidatos a senadores?

Y hablando del proceso de conformación de listas para el Senado, en el uribismo hay quienes sostienen que los cuatro precandidatos presidenciales que pierdan en el proceso de escogencia de candidato único de ese partido de oposición, deberían ocupar los puestos dos, tres, cuatro y cinco de la lista al Senado. Esto bajo la tesis de que Iván Duque, Paloma Valencia, Carlos Holmes Trujillo, Rafael Nieto y María del Rosario Guerra han tenido una exposición mediática y política muy alta en la amplia agenda de foros regionales realizados en los últimos meses, encabezados por el propio expresidente Uribe, abridor de los discursos y a veces moderador en los debates.

Las dudas del fajardismo

Como lo publicó esta Sección días atrás, el fajardismo sigue considerando que una consulta popular interpartidista podría no ser la mejor opción para escoger un candidato de coalición entre la Alianza Verde, el Movimiento Ciudadano y el Polo. Un dirigente cercano al exgobernador antioqueño le dijo a un periodista de este Diario que en las consultas suele moverse mucho la estructura regional organizada de los partidos y que en ese marco el fajardismo, que actúa más como una causa política que como una colectividad de cuadros regionales y locales, podría quedar en desventaja.

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