El aumento de la temperatura, los cambios en los patrones de lluvia y nieve, así como en las comunidades de plantas y otras alteraciones relacionadas con el clima han aumentado enormemente la probabilidad de que se produzcan incendios de mayor intensidad y amplitud que en el pasado. Esta es la realidad que estamos viviendo en Colombia; más de la mitad del país está en alerta roja por los incendios forestales que puedan ocurrir en lo que queda del fenómeno de El Niño.
Un informe de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo advierte que la situación de emergencia en Colombia alcanza niveles críticos, con incendios forestales controlados, pero sin que el riesgo desaparezca. A esto hay que sumarle que, aunque se han registrado lluvias en algunas zonas, “este mes será especialmente seco, con temperaturas más altas”, como advirtió la directora del Ideam, Ghisliane Echeverry.
Este panorama pone de manifiesto la importancia de actuar ante el calentamiento global, ya sea desde el ámbito individual o presionando a las empresas a través del comportamiento del consumidor y su consciencia para tener nuevas prácticas empresariales realmente sostenibles y de impacto. “Deberíamos poner los límites planetarios en el centro del mayor y más estratégico nivel de gobierno que tenemos en el mundo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, expuso Rockstrom hace 3 años, cuando se realizaba el lanzamiento del documental Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta.
Es aquí donde entra un actor clave en las consecuencias del cambio climático: la producción insostenible, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y agotamiento de recursos naturales, contribuye significativamente al cambio climático. Es por esto que es crucial adoptar prácticas más sostenibles para mitigar estos impactos ambientales. Al respecto, Susana Muñoz, profesora de OBS Business School, señala que “necesitamos cambiar el modelo actual de producción y consumo para lograr la eficiencia en la gestión de los recursos naturales disponibles. Para ello necesitamos una visión global sobre el problema y actuar en todos los focos posibles”.
10 acciones
Teniendo en cuenta la perspectiva de Muñoz, estos pueden ser puntos clave que realicen las empresas para unirse al compromiso de producción sostenible:
- Reducción del desperdicio alimentario: Colaboración con diferentes actores para reducir la cantidad de alimentos desperdiciados en la cadena de suministro.
- Promoción de la eficiencia energética y renovable: Uso responsable de la energía y adopción de fuentes renovables para disminuir el impacto ambiental.
- Optimización del uso del agua: Implementación de medidas para usar el agua de forma eficiente y reutilizarla cuando sea posible, reduciendo el desperdicio.
- Minimización de la contaminación y residuos: Acciones para reducir la emisión de contaminantes y la generación de residuos en los procesos de producción y distribución.
- Diseño de productos ecoeficientes: Desarrollo de productos y servicios que minimicen su impacto ambiental durante todo su ciclo de vida.
- Retiro de productos no sostenibles: Identificación y eliminación del mercado de productos con alto consumo de recursos o impacto ambiental.
- Promoción de la durabilidad de los productos: Fomento de la durabilidad y reparabilidad de los productos para reducir la generación de residuos.
- Apoyo a la innovación ecológica: Inversión en tecnologías y prácticas empresariales que contribuyan a la protección del medio ambiente.
- Conservación de la biodiversidad: Evaluación y minimización de los impactos negativos en la biodiversidad y los ecosistemas.
- Comunicación de acciones sostenibles: Elaboración y divulgación de informes que documenten las acciones de sostenibilidad de la empresa, promoviendo la transparencia y rendición de cuentas.
“Alcanzar niveles aceptables de producción y consumo responsables requiere una mirada global y la puesta en práctica de medidas reales. Requiere realizar un análisis de necesidades y riesgos en materia de extracción de materias primas e involucrar a los países menos desarrollados”, afirma Muñoz. Sin embargo, la clave para estabilizar el planeta no sólo está en las empresas; como consumidores podemos cambiar nuestros hábitos de consumo y evitar estas acciones según la experta:
- La obsolescencia programada: diseño intencionado de un producto para que falle o acorte su tiempo de uso y deba ser sustituido por otro. Es una práctica que ha sido considerada legal aunque resulta anti ética, puesto que favorece la compra de un nuevo producto (innecesaria si fuera un producto de alta durabilidad) generando residuos procedentes de los artículos desechados. Paradójicamente, existe tecnología para contar con artículos de alta durabilidad, sin que sea empleada porque perjudica las ventas de los fabricantes.
- El green washing: Etiquetado o comunicación sostenible sin que realmente lo sea. En muchas ocasiones, las etiquetas de algodón orgánico o producción sostenible esconden realidades que no se corresponden con la información transmitida al consumidor, con el objetivo de ser preferidos por estos criterios o para inflar los precios.
- El fast fashion: fenómeno por el que la industria de la moda ofrece al consumidor la posibilidad de acceder a prendas novedosas, a precios asequibles, de manera adicional a las tradicionales colecciones de primavera, verano, otoño e invierno. Esto genera en el cliente una necesidad constante de seguir las tendencias y adquirir nuevos productos, desechando los anteriores e incrementando los residuos.
- El desperdicio alimentario: La pérdida de alimentos se produce en las cosechas, los almacenes, los medios de transporte, los comercios y el hogar. Naciones Unidas considera este fenómeno como un riesgo para el cambio climático, la sostenibilidad de la agricultura, los medios de subsistencia humanos y los suministros de alimentos.
- No realizar prácticas de reciclaje, en ciudades, industrias, comercios y hogares.