MUCHOS NIÑOS tienen problemas para conciliar fácilmente el sueño por la noche, la razón por lo general radica en algunos hábitos adquiridos por el niño que interfieren con el buen dormir. Sin embargo, puede también deberse a un trastorno del sueño, aunque eso es mucho menos frecuente.
Antes de sacar una cita con el médico de cabecera de los niños, verifique que sus rutinas propicien el sueño. Una de las mejores maneras es determinar una hora fija para despertar y adherirse a ella. La hora de despertar no tiene que ser exactamente la misma todos los días, pero el margen máximo no debe exceder de una hora. Aunque posiblemente parezca bueno dejarlos dormir hasta tarde en los fines de semana, eso realmente altera el reloj interno y hace más difícil recuperar su horario habitual de sueño entre semana.
Es también importante considerar cuánto usa los dispositivos electrónicos. Muchos adolescentes y preadolescentes tienen teléfonos inteligentes, tabletas y televisores en su habitación y casi no se despegan de ellos. Estos dispositivos dificultan desconectarse y descansar, pues son considerados como actividades estimulantes.
Lo recomendado es apagar todos los dispositivos electrónicos, entre 30 y 60 minutos antes de ir a la cama. Eso le permite al cerebro relajarse y calmarse, lo cual facilita conciliar el sueño. Para el Dr. Craig Sawchuk, especialista en Psicología de Mayo Clinic, recomienda “sacar todos los aparatos electrónicos de la habitación de un niño o adolescente y lo mejor es que durante la noche el teléfono celular quede apagado y guardado en otro cuarto. Obviamente, esto puede resultar difícil dada la dependencia a los aparatos electrónicos que se tiene hoy en día. Lo ideal es que todos los miembros de la familia sean buenos modelos y también piensen en hacer lo mismo”.
Otro asunto importante es reducir la cantidad de tiempo que una persona pasa acostada en la cama por la noche, pero sin dormir. Si los niños están despiertos en la cama durante más de 15 o 20 minutos por la noche, motívelos a salir a otro cuarto, sentarse y hacer “cosas aburridas”, como escuchar música suave o practicar técnicas de relajación. Puede regresar a la cama en cuanto sienta que tiene sueño, es decir, cuando empiece a cabecear o sienta que se le cierran los ojos. Eso mejorará la probabilidad de que se establezca una asociación entre la cama y el sueño.
Asimismo, es importante evitar alimentos y bebidas que contienen azúcar durante dos o tres horas antes de acostarse. Intente también reducir el consumo de cafeína durante el día y, de preferencia, evite las bebidas con cafeína a partir de las 15:00 horas. Hacer ejercicio y otro tipo de actividad física a diario ayuda a dormir, pero haga que la niña termine esas actividades máximo dos horas antes de acostarse. Además, hay que motivarlos a que no tomen siestas durante el día, aunque tengan sueño. Las siestas tienen un efecto negativo cuando de buen sueño se trata, porque suelen hacer más difícil conciliar el sueño.
Las preocupaciones y los temores se apoderan de las mentes de algunos niños cuando se acuestan, lo que les impiden relajarse y conciliar el sueño. A fin de ayudarlos a despejar la mente, valdría la pena que, antes de acostarse, los niños invirtieran unos minutos en escribir aquello que tiene en la mente o las cosas que deja pendientes. Una vez que están por escrito, los niños son más capaces de dejar de lado las preocupaciones y quedarse dormidos con mayor facilidad.
Pese a ser muy raro, existe la posibilidad de que el origen del problema estos niños sea un trastorno del sueño relacionado con el funcionamiento del reloj interno. Entre estos problemas, el más común en los niños que es el conocido como “síndrome de retraso de la fase del sueño”.
Los niños que padecen este trastorno son como “búhos nocturnos”, porque su reloj interno les dice que el día tiene más de 24 horas. Como resultado de esto, los niños suelen conciliar el sueño unas horas más tarde, dificultando su despertar al día siguiente.
Dormir muy poco hace que sea difícil para el niño concentrarse y prestar atención en la escuela. Puede también llevar a altibajos en el estado de ánimo y a irritabilidad, además de aumentar la tendencia del niño a sufrir accidentes. Por ello, es importante afrontar los problemas de sueño de los niños. Haga cambios de cualquier hábito que pueda interferir con el sueño, pues, aunque le lleve tiempo y práctica, su sueño mejorará apenas un par de semanas después. No obstante, si estos cambios no la ayudan, haga una cita para ver a un especialista.