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Cuando se piensa en el cambio climático, el dióxido de carbono y el metano suelen ser los primeros culpables que se nos vienen a la cabeza, responsables de una gran parte del calentamiento global. Pero, en segundo plano, se esconde un supercontaminante del que muchos de nosotros nunca hemos oído hablar: el óxido nitroso.
Es un gas 270 veces más potente que el dióxido de carbono a la hora de atrapar el calor, y está saboteando silenciosamente nuestras posibilidades de mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C, el objetivo fijado por el Acuerdo de París.
La nueva evaluación mundial del óxido nitroso de las Naciones Unidas es una llamada de atención que no podemos permitirnos el lujo de posponer. Las emisiones de óxido nitroso están aumentando más rápido de lo esperado y, a menos que tomemos medidas urgentes, este gas poco conocido causará daños considerables, no solo al clima, sino también a la salud humana y a la capa de ozono.
“La buena noticia es que hoy en día existen soluciones prácticas e inmediatamente implementables que pueden reducir las emisiones de óxido nitroso en más del 40%”, señala.
Agrega la evaluación de la ONU que “en pocas palabras, si no abordamos el problema del óxido nitroso, será mucho más difícil evitar que el planeta se sobrecaliente. Este gas es responsable de alrededor del 10% del calentamiento global desde la revolución industrial y sus emisiones siguen aumentando. Actualmente es la sustancia que más daña la capa de ozono y amenaza con hacer retroceder años de progreso logrados gracias al Protocolo de Montreal, el acuerdo internacional para reparar la capa de ozono”.
Pero ahora, si las emisiones de óxido nitroso siguen aumentando, podríamos ver un aumento en los niveles de radiación ultravioleta, lo que significa más casos de cáncer de piel, cataratas y otros efectos nocivos para la salud.
Reducir las emisiones de óxido nitroso no consiste únicamente en prevenir un desastre climático en el futuro lejano, sino en mejorar nuestras vidas ahora mismo. La calidad del aire nos afecta a todos, ya vivamos en una ciudad bulliciosa o en una zona rural. Las emisiones de óxido nitroso van de la mano con otros compuestos de nitrógeno que empeoran la contaminación del aire, y reducir estas emisiones podría evitar hasta 20 millones de muertes prematuras para 2050, principalmente debido a problemas respiratorios y cardiovasculares causados por la mala calidad del aire.
Las emisiones de óxido nitroso también contribuyen a la contaminación del agua por nitrógeno, lo que genera escorrentías que degradan la salud del suelo, contaminan los cuerpos de agua y dañan los ecosistemas. Por lo tanto, al abordar este problema, no solo ayudamos al clima, sino que también protegemos nuestros sistemas alimentarios, el agua y los hábitats naturales.
Estas provienen principalmente de la agricultura y la ganadería, a través de la producción de fertilizantes de los que dependemos para cultivar nuestros alimentos.
“Pero podemos seguir produciendo alimentos suficientes para alimentar al mundo de manera nutritiva y reducir el óxido nitroso, solo necesitamos una agricultura más inteligente. Cambios como mejorar la forma en que manejamos los fertilizantes, usar técnicas agrícolas más eficientes y adoptar mejores prácticas de manejo del estiércol pueden marcar una gran diferencia. No son ideas fantásticas; son métodos probados que se pueden implementar ahora mismo si decidimos priorizarlos”, señala la ONU.
Aunque la agricultura es el principal actor, no es el único. El óxido nitroso también se libera en ciertos procesos industriales, en particular en la industria química. ¿La buena noticia? Estas emisiones están al alcance de la mano y se pueden reducir de forma rápida y asequible con la tecnología existente.
“Si no actuamos en relación con el óxido nitroso, nuestras posibilidades de limitar el calentamiento global a 1,5 °C se reducen considerablemente. Un mundo más cálido implica olas de calor más intensas, incendios forestales, inundaciones y tormentas. Significa escasez de alimentos, migración e inestabilidad económica. También significa mayores impactos en la salud, ya que más personas están expuestas a la radiación ultravioleta y al aire contaminado”, concluye.