A una hora del municipio de Acevedo se encuentra el Apiario El Zángano, ubicado en la vereda San José de Corinto. Allí vive don Ovedh Ordóñez Barragán, un hombre de 58 años de edad que dedicó parte de su vida, armado de una motosierra, a talar árboles.
Sin embargo, las noticias sobre el calentamiento global lo hicieron recapacitar y atender el llamado de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), para emprender acciones en favor del medio ambiente y jubilar su motosierra.
“Por unos 25 años fui aserrador y decidí dejar esa actividad, en parte por la CAM que nos dijo que podíamos hacer otras cosas, por lo que el medio ambiente ya está muy afectado y recalentando el mundo, está causando estragos y, por otro lado, nos plantearon la alternativa de la apicultura”, cuenta don Ovedh, quien forma parte de la Asociación Castores, en la que trabaja junto a su hija Thalía y otras 25 familias de Acevedo.
Indica que “nosotros que somos de una edad avanzada no debemos destruir la naturaleza sino protegerla, cuidarla. Hemos hecho reforestaciones en nuestras fincas, tenemos unos árboles para sembrarlos, como vainillos, guamos, naranjos, mandarinos, bastantes especies… guayabos y cedros”.
El proyecto apícola inició en 2012, pero solo se hizo realidad hacia 2015. “La apicultura es una forma de trabajar, aunque cuando nos la entregaron no nos dieron una base de enseñarnos cómo poner las abejas sino que con el tiempo nos hemos ido dando cuenta qué necesitan las colmenas, la cera, por eso nos demoramos en concretar la idea. Sin embargo, ahora ya hay capacitaciones por el SENA y uno va aprendiendo”, dice.
La miel se comercializa en el área. “La gente sabe que la miel es buena y la vendemos acá. También producimos propóleo, polen y cera”.
Sin embargo, como la miel no es suficiente para subsistir, los integrantes de la Asociación Castores se dedican también a la caficultura. “Por encima de la miel está el café, la abeja da la miel por ahí seis meses o cada año, por eso cosechamos café”, relata.
En los bosques
Junto a don Ovedh aserraba Robinson Oviedo Valderrama, un joven que también encontró en las abejas y la miel los recursos para cambiar su vida y la de su familia.
Robinson y don Ovedh, más los demás integrantes de las familias miembros de la Asociación Castores, por años se dedicaron a talar los bosques aledaños al Parque Natural Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé.
Pero, en lo que bien llamaron un proceso de paz con la naturaleza, hicieron entrega de sus motosierras y se comprometieron a seguir cuidando los recursos naturales, representados, en especial, en el roble negro (Trigonobalanus excelsa) y la danta de montaña (Tapirus pinchaqu), especie de alto valor ecológico para los ecosistemas del Huila.
“El grupo ecológico Los Castores se fundó en 2013 porque quisimos dejar de talar el roble negro y nos pusimos a conservar las especies Apis melliferas (especie de abeja), ayudándonos en el proceso de hacer parte del programa Negocios Verdes, para lo cual la FAO y CAM nos han guiado en la producción de mieles orgánicas, polen y propóleo”, relata Oviedo Valderrama, quien aseguró que en la búsqueda de reconciliarse con la naturaleza, la organización se ha comprometido a reforestar tres mil árboles al año.
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Motosierra por colmenas
La zona es propicia para la producción de miel debido a su vegetación diversa con buena floración que atrae a las abejas, y hace ocho años la comunidad de este sector descubrió su amor por las especies silvestres y estas productoras de miel que ayudarían en su sustento, por lo que entregaron las motosierras con las que tanto daño causaron a los ecosistemas.
“Hace 18 años empezamos a trabajar con conservación, pero pese a que ya casi no se talaba y en el caso de mi papá empezó a sembrar café, frijol y maíz, él siempre tenía su máquina ahí, haciendo de vez en cuando daño, hasta que llegó un día que me contó que había un programa de la CAM que pedía entregar la motosierra a cambio de ayudas para proyectos. Le dije que se metiera y entregó su motosierra y trabajó”, contó Otilia Genoide, integrante de Los Castores, grupo ecológico conformado por hombres y mujeres que hoy en día se dedican a las labores agropecuarias de una manera sostenible, a través de la producción apícola, caficultura, huertas ecológicas y la forestería comunitaria.
Actualmente, este grupo de campesinos hacen parte del programa de Forestería Comunitaria que lideran el Ministerio de Ambiente y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, y que es apoyado por la CAM.
De acuerdo a cifras aproximadas dadas por los campesinos, durante el primer año, dejaron de talar por lo menos 3.500 árboles, es decir, que durante estos ochos años se han dejado de talar alrededor de 28 mil, especialmente robles como el Colombobalanus excelsa y cedros como el Juglans neotropica, ambas especies en peligro (EN), de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
A la par del cese de sus actividades como taladores, a través de la instalación de dos viveros, Los Castores se dedicaron a la generación de plántulas de especies como maco, manzano, palma de cera, chachafruto, nacedero, nogal y roble. Así mismo, empezaron a desarrollar actividades apícolas, las cuales cuentan con certificado de calidad de los productos que actualmente extraen, como miel, polen, propóleo y cera.
Los apiarios
La cantidad de colmenas por apiario está relacionada con la calidad y cantidad de la flora apícola de la zona. En el caso de Los Castores, su apiario está compuestos por 100 colmenas, las que necesitan de sombra y sol, disponibilidad de agua y alimento que le proporciona la zona.
“No estamos dando abasto con la producción, por eso tenemos proyectado aumentar la apicultura y llevarla a otra escala para poder suplementar ese mercado acá en la zona, a nivel departamental y nacional”, puntualizó Thalía Ordóñez.
Dedicarse a la crianza de abejas implica ayudar al medio ambiente, a los ecosistemas y al territorio. Ellas juegan un papel muy importante en la polinización, lo que permite la producción de alimentos.
“Con todo esto hemos aprendido a cuidar los bosques y microcuencas así como a convivir con la naturaleza”, aseguró Otilia Genoide.
Así mismo Robinson Oviedo hizo un llamado de conciencia a la comunidad.
“Yo les quiero aconsejar que cuidemos de la naturaleza, debemos darnos cuenta que el cambio climático ya es una realidad, vienen nuevas generaciones de jóvenes y ¿qué les vamos a dejar?”.