Los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID) son un grupo de pequeños países y territorios que comparten desafíos de desarrollo sostenible similares y se enfrentan a vulnerabilidades sociales, económicas y medioambientales comparables.
A pesar de su nombre, no todos los países pertenecientes a este grupo son islas. Belice, Guinea-Bissau, Guyana y Suriname también están incluidos por sus características comunes.
Algunas de las características que comparten los PEID son:
Ubicación remota: los PEID están dispersos por los océanos y mares del mundo; algunos se encuentran en zonas remotas, lejos de la masa continental más cercana.
Poblaciones pequeñas: los PEID suelen tener poblaciones muy pequeñas, lo que limita sus opciones a la hora de crear economías diversificadas y aprovechar las ventajas de la gran escala. La población total de todos los PEID, distribuida entre más de 1.000 islas, es de 65 millones de personas, lo que constituye menos del 1 % de la población mundial.
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Dependencia de los recursos oceánicos: algunos PEID también se autodenominan “grandes Estados oceánicos”. Las zonas oceánicas bajo el control de los PEID son, en promedio, 28 veces mayores que su masa terrestre, lo que hace que los recursos oceánicos y marinos sean vitales para sus economías. Las industrias como el turismo y la pesca pueden constituir hasta la mitad del PIB de algunas pequeñas economías insulares, como las de Antigua y Barbuda, Seychelles y Maldivas.
Dependencia de las importaciones: los PEID cuentan con pequeñas extensiones de tierra, lo que significa que no pueden producir todo lo que necesitan y dependen de las importaciones de alimentos y energía. Esto los hace muy vulnerables a los choques externos, como los efectos del cambio climático.
Vulnerabilidad al cambio climático: a pesar de sus mínimas emisiones históricas de gases de efecto invernadero, los PEID se enfrentan a algunos de los efectos más graves del cambio climático, con importantes pérdidas y daños.
¿Cómo los afecta?
Los PEID están altamente expuestos a los huracanes y otros fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes e intensos debido a los efectos del cambio climático, que causan importantes pérdidas y daños a las personas, las infraestructuras y los cultivos. Entre 1970 y 2020, los PEID perdieron US$ 153.000 millones debido a fenómenos meteorológicos extremos (enlace en inglés), una cantidad importante en relación con su PIB promedio de US$ 13.700 millones.
Dado que se trata de países con extensas zonas marinas y costeras, el incremento del nivel del mar es también una enorme amenaza para las poblaciones, las actividades económicas y las culturas de los PEID; asimismo, las islas y atolones más pequeños ven amenazada su existencia. Casi 22 millones de personas en el Caribe viven a menos de 6 metros sobre el nivel del mar y la mayoría de las islas del Pacífico tienen más de la mitad de sus infraestructuras a menos de 500 metros de la costa.
Las altas temperaturas y la acidificación de los océanos amenazan los ecosistemas marinos, como los arrecifes de coral, que no solo son clave para actividades económicas como la pesca y el turismo, sino que también proporcionan una valiosa protección a las costas frente a las mareas de tempestad, al tiempo que actúan como sumideros de carbono. Asimismo, el aumento de las temperaturas también incrementa los riesgos de sequía y la escasez de agua dulce en los PEID.
¿Cómo contribuyen los PEID a hacer frente a la crisis climática?
Los pequeños Estados insulares están en la primera línea de la crisis climática, pero también están a la vanguardia de la acción climática. Muchos PEID han asumido firmes compromisos políticos para lograr un futuro con cero emisiones netas y resiliente al clima, incluso a través de ambiciosos planes nacionales de acción climática conocidos como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Si bien los PEID son países con bajas emisiones, muchos ven en las NDC una oportunidad clave de desarrollo que puede ofrecer apoyo para solucionar las necesidades de adaptación.
A escala mundial, la economía de los océanos asciende aproximadamente a US$ 3,6 billones anuales y genera 150 millones de puestos de trabajo (enlace en inglés). Los PEID son pioneros en la creación de marcos de economía azul y soluciones basadas en la naturaleza para diversificar sus economías, aumentar la resistencia a las crisis y mantener millones de medios de subsistencia.
A pesar de los limitados recursos y espacio para infraestructuras de energías renovables, los PEID aspiran a alcanzar cero emisiones netas antes de 2050 mediante el aprovechamiento de las fuentes de energía solar, eólica y geotérmica.
Los PEID también han desempeñado históricamente una función clave en las negociaciones sobre el cambio climático, y han impulsado importantes etapas en la acción climática a través de diversos bloques de negociación, como la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (Aosis), el Grupo de los 77 y la Coalición de Alta Ambición.
Junto con el grupo de los países menos adelantados, han sido los impulsores de los debates sobre pérdidas y daños y de la creación de un fondo para hacerles frente en la COP27. También han desempeñado una función decisiva para mantener el objetivo de 1,5 °C en el Acuerdo de París, con el argumento de que un límite de 2 °C pondría a sus países en un riesgo de impactos muy alto.