Perspectivas. Laberinto para enamorarse de la naturaleza | El Nuevo Siglo
IADER LANILLA es el director del Parque Biotemático Megua y creador del laberinto ecológico construido con 6 mil árboles.
/Cortesía
Sábado, 7 de Enero de 2023
Redacción Medio Ambiente

Un laberinto fuera de lo común. Así se puede resumir lo que es este espacio construido en el Parque Biotemático Megua, ubicado en el municipio de Galapa, en el departamento del Atlántico.

Sus senderos están formados por 6 mil árboles de diferentes especies y, según su director, el ingeniero forestal Iader Lanilla, “por lo que he leído, en el mundo hay uno hecho con 4.500 plantas, pero eso no tiene importancia porque nosotros no estamos compitiendo para entrar en el Guinness Récord; lo que queremos es que, al recorrerlo, la gente se enamore de la naturaleza, que ame el medio ambiente”.

Otra de las particularidades es que quienes se adentran en el laberinto no tienen pierde, y para salir solo deben estar concentrados en las charlas que les brindan, para poder responder acertadamente las preguntas que los llevan al final del recorrido.

“La idea de construir el laberinto surgió cuando yo tenía siete años. Me gané un premio y me llevaron a una excursión a Ecuador. Llegamos al cementerio de Tulcán. Ese lugar me llamó mucho la atención porque era como un laberinto, pero en puro ciprés. Me pareció tan bonito y chévere ese tipo de encrucijada en medio de árboles, nada artificial sino todo muy natural. Con el tiempo pensé que sería bueno hacer un laberinto pero diferente, original, porque ¿el laberinto qué es?, simplemente unos senderos por los que uno no sabe para dónde va, es suerte salir de ese lugar que es puras encrucijadas”, recuerda Iader.

Añade que “como estamos en un parque en el que pensamos sensibilizar a la gente para que se enamore del medio ambiente, que disfrute el medio ambiente, que lo viva, pensamos que después de dar la charla, qué mejor que meter a los visitantes en un sendero en donde entra y la única manera de salir es resolviendo las preguntas que se le hacen relacionadas con los temas que se han tratado en el recorrido. No hay peligro de perderse porque cuando uno llega, hay dos vías, una es buena y otra está truncada, no tiene salida. Se le formula una pregunta y debe responder cuál es la acertada. Cuando toma el camino incorrecto al no encontrar salida halla un letrero en el que se le explica por qué se equivocó. Ahí aprende”.

Explica que “las preguntas ¿qué tienen de curioso?, que son ambientales, muy de actualidad, de vivencia y no dan pie a discutir, no son subjetivas, no es ¿qué es más bonito: un sapo o una mariposa? No, ese tipo de preguntas no las hay. Sino muy concretas, que las personas cuando se equivocan, llegan, leen la respuesta correcta, caen en la cuenta, ‘¡ah claro!, tienen toda la razón’, se regresan y encuentran la forma de salir”.

Muy especial

El camino del laberinto lo delimitan los árboles. “Hay sombra, subidas, bajadas, se hace deporte y ahí no sirve tener celular ni entrar a Google porque son preguntas de pensar, esa es la idea del laberinto. La gente cuando sale dice que aprende más de las equivocaciones que de los aciertos. La idea era hacer algo bien divertido, integrador y sobre todo ambiental”, señala Iader.

El Parque Biotemático tiene 20 años de fundando y la idea del laberinto surgió en 2012 con el diseño y construcción. “Pero los árboles no pegaron porque las condiciones del medio son muy extremas, los veranos son muy largos, ha habido algunos de nueve meses en los que no cae una gota de agua, pero en dos meses cae toda la lluvia del año. Hacer que prendieran los árboles demoró bastante tiempo y se necesitó mucho recurso, en el sentido de que se gastó en mano de obra para su mantenimiento. El diseño es propio y en la construcción pensamos solo en usar árboles, no meterle infraestructura ni nada de cemento. Todo natural para que las personas convivan y sientan el medio del ambiente”, dice.

“Cuando se entra el laberinto no solo se va a ver árboles, sino que eso va acompañado de aves que trinan, se escuchan sus cantos y un microclima muy agradable, se oxigena y es algo diferente”, añade.



¿De qué consta el laberinto?

“Solo es entrar y se encuentran 11 preguntas distribuidas con 22 respuestas. La persona que tenga dudas, escogerá una de las dos, toma por ese camino y si es el acertado encuentra el siguiente interrogante. Si es el erróneo, al final del camino que toma encuentra la respuesta del porqué se equivocó. Si el visitante contesta las 11 preguntas de manera acertada, camina 250 metros, si se equivoca en las 11, camina 750 metros, el tamaño del laberinto es de media hectárea. Unos 5 mil metros cuadrados”, indica Lanilla.

¿Cuál es el principal atractivo para los turistas?

“Que es un laberinto evaluador, no hay en el mundo uno parecido. Por ahí leí en internet que el récord mundial de un laberinto de árboles es de 4.500 y nosotros sembramos más de 6 mil pero no estamos concursando por un Guinness Récord ni mucho menos, sino que simplemente organizamos un ambiente diferente para que la gente se motive a conocer sobre el medio ambiente, se enamore de él y lo cuide, lo proteja para el goce de nosotros y de las generaciones futuras”.

El laberinto fue inaugurado el 14 de diciembre y apenas han empezado a llegar los turistas, “pero por esta época la gente se enfoca en el turismo de playa y a la integración familiar. En estos 20 días han venido unas 300 personas. Con el paso de los días va llegando más y más gente. La época fuerte del parque es cuando vienen los colegios, las universidades, el SENA, las empresas. A los visitantes les ha gustado, se divierten mucho y aprenden. Eso significa que el objetivo que nos trazamos con el diseño y construcción se ha logrado”.

Para determinar el tiempo que lleva salir del laberinto, “hemos hecho algunos ensayos con guías del parque, con biólogos y gente experta en el tema y el récord para salir fue de 8 minutos y 45 segundos. El grupo que más se demoró en salir tardó 18 minutos”, dice.

En cuanto a las preguntas “no son siempre las mismas, sino que dependen del perfil del visitante. Hay unas que son a nivel general y estamos organizando otras específicas, dependiendo de la empresa, del colegio y del nivel educativo”, explica Iader.

Tenemos proyectado cambiar los senderos por un sistema de puertas movibles para poder modificar las rutas, con el fin de que los visitantes que repiten encuentren algo diferente. También hemos diseñado un sendero con nueve preguntas; son menos pero el que se equivoca tiene que caminar más. Los recorridos son más largos porque ya no hay tanta pista como para poder salir más rápido”, señala.

Indica que “las especies de árboles son nativas, predomina el mata ratón que es muy resistente a este ecosistema de bosque seco tropical; tenemos el rubita, ceiba bonga, el orejero, totumo, olivo, roble morado, roble amarillo, el cañaguate, y otras”.

Remata expresando que “la gente llega, se divierte, adquiere conocimientos, interactúa con el medio ambiente, va a ver cuánto consume uno a diario de agua, cuánto aire necesita al día, cuál es la función del suelo, cómo es la dinámica de los árboles, de la fauna, cómo debemos comportarnos como administradores del medio ambiente; esa es la filosofía del parque y lo que le ofrecemos al mundo. Nuestra filosofía es que no es solo conservar el medio ambiente, sino aprovecharlo. La naturaleza nos la dieron para administrarla, pero para bien. Hay que gozar nuestro entorno natural de tal manera que nuestros hijos puedan disfrutarlo de la misma manera”.