El día en que 70 colombianos se reunieron a redactar la Constitución | El Nuevo Siglo
El 4 de julio de 1991 se promulgó la nueva Constitución tras cinco meses de trabajo. /Partido Liberal
Foto Partido Liberal
Martes, 12 de Enero de 2021
Redacción Política

En 24 días, el 5 de febrero, se conmemorarán 30 años de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, que tuvo lugar casi al mediodía de ese martes en el Salón Boyacá del Capitolio Nacional.



Con la expectativa de prolongar todo lo que fuera necesario ese paréntesis de paz que hizo soñar a Colombia entera, respondieron el llamado a lista uno a uno los 70 delegatarios elegidos apenas dos meses atrás (el 9 de diciembre de 1990). Esa sesión inaugural estuvo presidida por los primeros constituyentes en orden alfabético: Aída Abella, entonces como ahora dirigente de la Unión Patriótica (UP), y el fallecido excongresista alvarista barranquillero Carlos Abello, titular de uno de los 11 escaños logrados por el Movimiento de Salvación Nacional (MSN), orientado por quien fuera director de EL NUEVO SIGLO, Álvaro Gómez Hurtado.

Ese mismo día la Asamblea se declaró libre, soberana e independiente, toda vez que respondía al mandato ciudadano del 11 de marzo de 1990, ratificado el 27 de mayo de 1990, aunque la abstención en los comicios decembrinos fue del 75%.

Constituyentes

Los constituyentes fueron 25 liberales, 19 de la Alianza Democrática M-19 (AD M-19), 11 del MSN, nueve conservadores independientes y oficialistas, dos del Movimiento Unión Cristiana y dos de la UP.

Entre las varias peculiaridades de la composición de la Asamblea están esos dos constituyentes elegidos por la UP, pues el compañero de la hoy senadora Avella fue el fallecido excanciller conservador Alfredo Vásquez Carrizosa.

También asumieron como constituyentes los guerrilleros desmovilizados Antonio Navarro, Rosemberg Pabón y Otty Patiño, entre otros, pero además dirigentes reconocidos como los exministros Álvaro Leyva, Cornelio Reyes, Augusto Ramírez, Carlos Rodado, Rodrigo Llorente, Jaime Castro, Raimundo Emiliani, Carlos Lemos, Diego Uribe, Rodrigo Lloreda, Alfonso Palacio o Guillermo Plazas, excongresistas como Horacio Serpa o Iván Marulanda, académicos como María Mercedes Carranza u Orlando Fals, y sindicalistas como Angelino Garzón o Tulio Cuevas. Algunos elegidos no se posesionaron, como el profesor Francisco Maturana, que fue remplazado por el desmovilizado Marco Chalita, o el expresidente Misael Pastrana, sustituido por Llorente.



Presidencia

Ante la pluralidad de partidos políticos representados en la Asamblea, se hizo necesario llegar a un acuerdo sobre la conformación de la mesa directiva.

Navarro, que asumiría con Gómez y Serpa esa presidencia colegiada, recordó que “ese periodo de la Constituyente de 1991 fue el último gran momento de concertación en la historia colombiana. La presidencia colegiada de tres miembros fue el resultado de un acuerdo que hicimos Álvaro Gómez y yo antes del comienzo de la asamblea”, explicando que “diseñamos una presidencia colegiada porque nadie tenía mayorías”.

“Ese acuerdo, representado entre el M-19, representado por mí en la Asamblea Constituyente, y Álvaro Gómez, le dio un espíritu de concertación a la Asamblea que fue importantísimo para que pudiéramos hacer una nueva Constitución en solamente cinco meses”, anotó.

Por supuesto que concretar ese acuerdo no fue fácil, a tal punto que no fue sino cuatro días después que pudieron asumir.

El 9 de febrero, en el primer día de presidencia compartida, Gómez, Serpa y Navarro madrugaron a reunirse y acordaron que intentarían adoptar todas sus decisiones por consenso. La prensa registró que sus relaciones parecían muy armónicas, conciliadoras, casi amistosas.

Ese día, desde el estrado principal de la inmensa sala plenaria de la Asamblea, llegaron a un primer acuerdo: por el bien del país, por el bien de Colombia, nada podría romper la armonía de sus relaciones durante los siguientes cinco meses.



Al ser relegado del acuerdo, el expresidente Pastrana, jefe del Partido Social Conservador, renunció a la Asamblea.
 
Por cierto, que mientras el liderazgo de Gómez y Navarro era indiscutible en las toldas del MSN y de la AD M-19, la representación liberal de Serpa surgió a su vez de un acuerdo con Castro y Lemos, ya que por efecto de la ‘operación avispa’ trazada por el expresidente Alfonso López Michelsen (quizás antecedente del actual voto preferente) eran ellos tres (Serpa, Castro y Lemos) los que tenían las mayores votaciones liberales.

Constitución

La redacción de la Constitución tardó cinco meses, promulgándose el 4 de julio de 1991, tras un trabajo distribuido en cinco comisiones: la primera dedicada a los principios, los derechos y la reforma constitucional; la segunda encargada de la autonomía regional; la tercera que se ocupó de las reformas al Gobierno y al Congreso; la cuarta que se consagró a la administración de la justicia y el Ministerio Público; y la quinta que se encomendó a los temas económicos, sociales y ecológicos; para su operatividad, cada una de ellas se dividió en subcomisiones para la discusión y acuerdo sobre temas como derechos humanos, partidos políticos y oposición, mecanismos de participación, estado de sitio y control fiscal, entre otros.

Durante casi 150 días se desarrollaron intensos debates sobre más de 150.000 propuestas provenientes de las mesas de trabajo, seminarios, foros, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.

Quizás uno de los más álgidos fue el de la extradición, abordado por la Asamblea en un momento en el que representaba una de las herramientas más fuertes de lucha antidroga. Un grupo importante de narcotraficantes llegó a proponer su entrega con la condición de no ser extraditados a Estados Unidos. De hecho, el respaldo a la extradición fue una de las razones por las que fueron asesinados personalidades como los ministros Rodrigo Lara y Enrique Low, el procurador Carlos Mauro Hoyos y el candidato presidencial Luis Carlos Galán, entre otros.



Sobre los logros de la Asamblea, escribió Álvaro Gómez –cuatro años después de la promulgación y apenas un mes antes de su asesinato– que “algunos de los constituyentes tuvimos la pretensión de impedir la formación de ese régimen extra constitucional. Y nos atrevimos, con una decisión de alta política, a disolver el Congreso. Debería seguir la reestructuración de la justicia con el Fiscal y el Sistema Penal Acusatorio. Hasta ahí llegamos”.

Sin embargo, en pocos meses, se quejó, “la clase política fue reconstruida mediante el reparto generosísimo de los auxilios prohibidos y la más abundante distribución de gajes de nuestra historia. La planeación, que quisimos se convirtiera en una formidable oportunidad para la democracia participativa, fue interferida en tal forma, que todavía no ha llegado a existir plenamente. Y el país se está saliendo de madre, no por falta de reglamentos constitucionales, sino por la sistemática negociación de las leyes que está terminando con el Estado de Derecho”.

Consideró que “en la Asamblea conseguimos una Constitución que permite gobernar bien. Era mucho pedir que, por sí misma, sin el apoyo externo de una política purificadora, lograra tumbar el Régimen. Pero no hemos podido limpiar la política. Se quedó sucia. Hay que seguir buscando la salvación nacional. Y es una cobardía pensar que la Constitución nos debe libertar de la política sucia”.