Una pluma defensora de los derechos de las mujeres y una de las figuras más icónicas del modernismo. Así es como ha sido considerada desde hace décadas y hasta hoy en día Virginia Woolf, una de las escritoras más destacadas de la historia de la literatura.
La británica, nacida en 1882 en Kensington, Londres, fue hija de un historiador y una enfermera. Tuvo una educación en casa y una infancia de lecturas entre la inmensidad de la biblioteca de sus familiares.
Su adolescencia y parte de su adultez estuvo marcada por algunos hechos desafortunados, entre ellos la muerte de sus padres, que la llevaron a sufrir un deterioro de su salud mental, lo que la incentivó en algunas de sus obras a crear varios de sus personajes más destacados. Muchos expertos pueden leer en sus libros las diferentes enfermedades que enfrentaba la escritora, como depresión o bipolaridad.
En conmemoración de los 140 años del natalicio de Woolf, quien es recordada por implantar una renovación en el mundo de las letras, que cambió el rumbo literario del siglo XX, le traemos cinco títulos imprescindibles para acercarse a la obra de la británica.
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“La señora Dalloway”
Publicada en 1925, “La señora Dalloway”, la primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo, relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente.
La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día suceda un acontecimiento trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente perturbada-, lo verdaderamente esencial de la obra estriba en que los hechos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
Esta novela, que ha obtenido diferentes reconocimientos, entre ellos su inclusión en la lista de la revista Time de las 100 mejores novelas en lengua inglesa entre 1923 y 2005, es tal vez una de las más importantes de la escritora británica, la cual fue llevada al cine por Michael Cunningham y Stephen Daldry.
Casi ochenta años después de su aparición, “La señora Dalloway” conserva intactas la oscura belleza y la originalidad que le permitieron ingresar en la restringida familia de los clásicos del siglo XX.
“Al faro”
Una excursión al faro, que no sabemos si se concretará. Un día con la familia Ramsay y algunos amigos, reunidos en su casa frente al mar. Una señora Ramsay siempre atenta a todo lo que pasaba a su alrededor. Los personajes van intercalando su voz, sus acciones, sus pensamientos. Pasa el tiempo, comienza la excursión.
Luego de este éxito, la escritora llega con esta novela, “Al faro”, que con una narración muy propia y una creativa originalidad, ubica, una vez más, a Virginia Woolf (1882-1941) entre los grandes de la novela moderna.
“Orlando: Una biografía”
Jorge Luis Borges, quien la tradujo al español, la describiría como “una novela originalísima. Sin duda, la más intensa de Virginia Woolf y una de la más singulares y desesperantes de la época”. Otros críticos la definieron como una parodia fantástica y antesala del realismo mágico; y para algunos rozaba lo inmoral, resumiéndola simplemente a “una carta de amor privada” y sin seriedad.
Sin duda, la autora supo llamar la atención al traer a las páginas de “Orlando, una biografía” temáticas poco usuales en una Inglaterra marcada por una sociedad patriarcal y el desmérito femenino en la mayoría de los ámbitos. Fue destacada por su estilismo y novedosos recursos literarios, a través de los que intenta representar a una persona real, a pesar de ser, claramente, una ficción.
Este libro, además de ser uno de los que cosechó varios éxitos, fue inspiración para grandes producciones, ya que no solo fue adaptada al teatro, sino también a las pantallas grandes por Sally Potter en 1992.
“Un cuarto propio”
En “Un cuarto propio”, lanzado en 1929, un clásico de los estudios de teoría y crítica feminista, Woolf pone en tela de juicio ciertos temas que todavía hoy deben debatirse: la dependencia económica, el papel de la mujer en el seno familiar o su función como musa, lo cual contrasta con su ausencia en la práctica artística.
“No hay marca en la pared para medir la precisa estatura de las mujeres. No hay medidas que determinen las condiciones de una buena madre o el cariño de una hija, la fidelidad de una hermana o la capacidad de una ama de llaves”, comenta Virginia Woolf en este ensayo, pero lo que también nos dice es que para escribir una novela una mujer tiene que tener un cuarto propio y comida caliente; en resumen, tener una vida propia e independiente.
“Tres guineas”
“Me desagrada dejar sin contestación una carta tan notable como la suya, una carta que quizá sea única en la historia de la humana correspondencia, pues ¿cuándo se ha dado el caso, anteriormente, de que un hombre culto pregunte a una mujer cuál es la manera, en su opinión, de evitar la guerra?”.
Así empieza este espléndido ensayo, una de las últimas obras que escribió Virginia Woolf, planteado como repuesta a las preguntas de un caballero que pedía su opinión sobre las maneras de evitar la Segunda Guerra Mundial. Como era habitual en ella, la gran autora aprovecha esta ocasión para analizar en profundidad la discriminación de la cual era víctima la mujer y reivindicar el derecho a tener la misma educación y oportunidades profesionales que el hombre.
Solo así se llegaría a la realidad de un mundo racional y pacífico, donde una dama podría contestar libremente a cualquier pregunta. Setenta y cinco años después de su primera publicación, “Tres guineas”, que puede leerse como una elaboración de los temas ya planteados en “Un cuarto propio”, es un texto que aún se disfruta con placer e interés, y no solo por la espléndida prosa de Virginia Woolf, sino también por su vigencia: si es verdad que hoy en día las mujeres en Occidente hablan y opinan, la voz que las oye aún es la de un caballero que no ha aprendido a escuchar.