"Es casi imposible exportar a la UE", se lamenta el quesero inglés Simon Spurrell. El Brexit se ha convertido en una pesadilla para empresas y consumidores británicos enfrentados a desagradables sorpresas, desde el pago del IVA hasta los certificados sanitarios.
La salida del mercado único el 1 de enero no causó a primera vista grandes trastornos gracias al acuerdo comercial alcanzado entre Londres y Bruselas en Nochebuena.
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Pero el Brexit tiene muchas consecuencias, a menudo inesperadas. Para Spurrell, propietario de la quesería Hartington Creamery, en Derbyshire, en el centro de Inglaterra, "el problema son los certificados sanitarios".
Descubrió que por cada paquete enviado a la UE, ya sea una sola pieza o una caja entera, tenía que pagar 180 libras (250 dólares) por un certificado de conformidad firmado por un veterinario.
Para su pequeña empresa, esto es insostenible, ya que el 20% de sus ventas en línea van a la UE. "Puede que tengamos simplemente que abandonar el mercado" europeo, dice a la AFP, mirando a Estados Unidos y Canadá.
Ese certificado sanitario, que se aplica también a la carne y el pescado, no es ni mucho menos la única complicación del Brexit para los consumidores británicos, que ahora pagan un IVA en torno al 20% por los productos importados de la UE.
Valores
Desde el 1 de enero, para los bienes enviados directamente a los consumidores en el Reino Unido, con un valor inferior a 135 libras, el IVA británico se cobra en el momento de la compra, lo que en teoría no supone ninguna diferencia para el cliente. Pero esto requiere que los distribuidores se registren en el Reino Unido, lo que ha llevado a algunos a dejar de exportar al país.
Si el precio es superior a 135 libras, el impuesto lo paga el destinatario cuando la mercancía cruza la frontera, lo que da lugar a un posible recargo respecto al precio real de compra. Puede pasar que la empresa de reparto exija el pago en el momento de la entrega.
"Es un poco chocante para los consumidores. No es un arancel pero encarecerá los productos europeos", explica Gary Rycroft, socio del bufete de abogados Joseph A Jones & Co, con sede en Lancaster, en el noroeste de Inglaterra.
"Es una medida proteccionista porque crea una barrera comercial", pero "esa es la realidad del Brexit", afirma.
Lo mismo ocurre en el otro sentido, con las compras realizadas desde un país de la UE a un distribuidor del Reino Unido.
"Un número creciente de pequeños exportadores está sufriendo con el aumento de los costes de transporte, las declaraciones de aduana, la norma de origen, las tasas y el IVA", afirma Mike Cherry, presidente de la FSB, la Federación Británica de Pequeñas Empresas.
Pymes
Un 20% de las pymes británicas han suspendido sus exportaciones a la UE, estimó la semana pasada el gabinete de expertos contables UHY Hacker Young.
"Esto no puede durar siempre. Cuando las empresas se acostumbren a las declaraciones de aduana, las cosas mejorarán", afirma Michelle Dale, una de sus responsables en Mánchester.
Los dirigentes de las principales patronales británicas expresaron su preocupación, durante una reunión con los poderes públicos, por las "grandes dificultades" registradas en los puertos británicos.
Algunas empresas han llegado incluso a instalarse en Europa, lejos del proyecto defendido por el primer ministro Boris Johnson para reforzar el atractivo del Reino Unido.
El objetivo es enviar las mercancías al por mayor a un centro de distribución en Europa, para venderlas después sin estar sujetas a las limitaciones vinculadas a la exportación directa a los clientes.
Es lo que el quesero inglés tiene previsto hacer, quizás en Francia, afirma. "Por el momento, la única posibilidad para todos los productores sería tener una instalación en la UE", dice Spurrell.