El cambio climático hizo más dura la sequía en el Cono Sur | El Nuevo Siglo
CULTIVO DE sorgo en Uruguay afectado por la sequía./
FAO
Viernes, 24 de Febrero de 2023
Agencia IPS

El cambio climático fue eximido de culpas por la falta de lluvias causante de las prolongadas sequías en los países del Cono Sur americano, pero en cambio sí produjo un aumento de la temperatura que hizo más grave la escasez de agua, estableció un estudio desarrollado por una red de cooperación académica.

El estudio de la iniciativa Atribución Meteorológica Mundial, con 17 científicos de Argentina, Colombia, Estados Unidos, Francia, Países Bajos y Reino Unido, examinó las condiciones de la sequía en los últimos cuatro meses de 2022 en áreas de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.

En ese período la subregión estudiada recibió menos de la precipitación media, los niveles más bajos en 35 años (apenas 44 % de los promedios anuales en el caso de Argentina), lo que combinado con las altas temperaturas dificultó el acceso al agua para las poblaciones y pérdidas de cosechas y ganado.

De ese modo se puso en riesgo los ingresos económicos y la seguridad alimentaria de las personas, su salud y también la de los ecosistemas.

Argentina, por ejemplo, gran productor de trigo y soja, prevé que las exportaciones agrícolas para 2023 caigan 28 % en comparación con los niveles de 2022.

Según WWA, la sanidad de los cultivos en Argentina es la peor de los últimos 40 años, con graves repercusiones previstas en las cosechas de trigo y soja.

Entre enero de 2022 y enero de 2023, los ingresos por exportación de cereales y oleaginosas de Argentina ya han disminuido en 61 %, según el estudio.

Según el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina, los meses de noviembre a enero han sido los más calurosos de su historia.

Uruguay, con 60 % de su territorio afectado por la sequía, declaró la emergencia agrícola en octubre de 2022. Más de 75 000 personas sufren la falta de acceso al agua potable, y el acceso al agua para los cultivos y el ganado también es limitado.

La zona central de Chile atraviesa la sequía más larga en 1000 años, según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial sobre el estado del clima en América Latina. Tras 13 años de escasas precipitaciones, se agrava la tendencia a la desecación y sitúa al país a la cabeza de la crisis hídrica en el Cono Sur.


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La región también sufre olas de calor intensas, cuya frecuencia y duración han aumentado por el cambio climático y agravado desastres como la ola de incendios en Chile, que han dejado al menos 25 muertos, 7000 damnificados, 2000 viviendas perdidas y 400 0000 hectáreas arrasadas.

Las olas de calor también provocaron incendios devastadores en el centro de Argentina, como en Chile; han derretido glaciares andinos, y han perjudicado la calidad del aire, enviando columnas de humo hacia la superficie del Pacífico.

Un factor probablemente importante en la escasez de precipitaciones, según la WWA, es que América del Sur experimenta actualmente los efectos de un tercer año consecutivo de La Niña, un fenómeno natural que desata olas de viento frío sobre el Pacífico ecuatorial e impacta patrones climáticos en todo el mundo.

Es la contrapartida de El Niño, fenómeno con vientos cálidos en el Pacífico ecuatorial que también altera los ciclos de precipitaciones.

Pero la WWA, al examinar, en modelos climáticos, eventos de precipitaciones escasas en las mismas áreas durante 20 años, encontró que disminuyen de un modo compatible con la variabilidad natural y “por lo tanto, no podemos atribuir las bajas precipitaciones al cambio climático”.

En cambio, las sequías pueden ser desencadenadas o exacerbadas por factores como cambios en el transporte de humedad atmosférica, que se desplaza a otras regiones en detrimento del Cono Sur, y se debe, entre otras causas a la deforestación en la Amazonia, principalmente de la brasileña, apuntó el estudio.

Se señala finalmente la necesidad de reducir la vulnerabilidad con medidas como mejorar la eficiencia y la gestión del agua, y la anticipación de la sequía utilizando pronósticos estacionales e instrumentos de seguros para ayudar a los agricultores a sobrellevar los años secos.