El oso andino, otra víctima de la violencia en el Cauca | El Nuevo Siglo
EN EL CAUCA hace presencia el oso andino, pero en algunos municipios no se sabe cuántos hay o si existen, porque los grupos armados ilegales impiden monitorearlos.
/WWF
Sábado, 9 de Abril de 2022
Redacción Medio Ambiente

Seguirle los pasos, instalar cámaras trampa para observarlo y establecer la situación en que se encuentra el oso de anteojos, es imposible en algunos sectores del departamento del Cauca, en los que hacen presencia integrantes de los grupos armados al margen de le ley.

Y no es solo esta especie la que sufre por la violencia, sino en general la biodiversidad, porque aparte de que los actores armados no permiten la presencia de los funcionarios de las CAR en estas zonas, también talan árboles, contaminan ríos con la explotación ilícita de minerales o, en el caso del narcotráfico, para sembrar coca.

La encargada de atender los conflictos que se presentan entre el hombre y la fauna silvestre en esa región es Alba Cabrera, profesional universitaria de Protección y Vigilancia de Recursos Naturales de la Corporación Autónoma Regional del Cauca, quien es zootecnista pero desde hace 10 años trabaja con fauna silvestre.

“Es un trabajo muy bello porque puedo entrar en contacto directo con la fauna silvestre, sus hábitats, ver lo frágil que es este recurso y propiciar acciones de protección para hacer lo que esté a nuestro alcance para que siga estando libre, para disminuir los impactos que la gente les causa”, dice.

Alba, más que nadie, conoce el estado en que se encuentra el oso de anteojos o andino. “Es una situación muy delicada porque desde mi perspectiva veo cómo está cada día más amenazado por la ampliación de la frontera agrícola, la construcción y la ganadería. Es por ello que el oso andino baja a las fincas a buscar alimento y las comunidades salen en busca de él para tomar venganza por lo que se come”.

Pero no es el único problema que afronta la especie. “Es una situación aparte de otros problemas de orden público que también afectan a la especie”, indica.

“Desde mi punto de vista, por protección de los funcionarios de la Corporación, no podemos acceder a los sitios donde se dan los conflictos para poder concertar con las comunidades”, explica.

El impedimento para llegar a estos lugares no es otro que la presencia de actores armados, quienes desconfían de cualquier persona que no habite en el poblado. Eso evita que se haga seguimiento a los ejemplares que reporta la comunidad, que se sepa cuántos hay, en qué estado se encuentran y no se tiene conocimiento de si han sido atacados, heridos, ni es posible brindarles asistencia en caso de ser necesaria.

La CRC no tiene datos de cuántos ejemplares de esta especie hay en el departamento del Cauca “porque hasta ahora no se han adelantado censos” y porque no se sabe cuál es la situación en aquellas zonas “vedadas”.

“Lo que sí sé, desde mi punto de vista y desde el proyecto que manejo, es que de todas formas tenemos abundante presencia de osos andinos, aunque está muy amenazado, por los reportes que hace la comunidad, por los ataques a ganados o los cultivos de maíz y las consecuentes represalias”, expresa Alba.



Conservación

El andino o de anteojos es la única especie de osos verdaderos (perteneciente a la familia úrsidos) que hace presencia en Suramérica. Se encuentra a lo largo de la cordillera de los Andes, desde Mérida en Venezuela, pasando por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, y posiblemente hasta el norte de Argentina.

La conservación de su hábitat y de sus especies asociadas es esencial para la regulación y aprovisionamiento de servicios ecosistémicos primordiales para el bienestar humano. Además de cumplir un rol fundamental en la renovación de los bosques, forma parte de las llamadas especies “sombrilla”.

¿Qué se está haciendo para su conservación? “Desde el Cauca estamos buscando aliados, entre ellos algunos municipios con los que adelantamos convenios interadministrativos para su protección. Nosotros adelantamos componente de monitoreo con cámaras para ‘fototrampear’ la especie y determinar qué está pasando con ella”, explica Alba.

Agrega que “paralelamente adelantamos un proceso de educación ambiental asociado con la importancia de la especie, prevención de ataques, legislación ambiental, la biología de la especie, para que se sepa vivir con armonía y estrategias antidepredatorias, que en su mayoría son cercas eléctricas con paneles solares”.

Como en el caso de otras especies, entre ellas el jaguar, el hombre es su peor enemigo, “no tanto porque no lo quieran, es más, dicen que respetan al oso andino, sino que es en retaliación a las afectaciones que dicen tener, porque les mata los animales domésticos o les afecta los cultivos de maíz”.

Indica que se adelanta “un trabajo de gran impacto; en los municipios donde hemos trabajado en convenio hemos encontrado que la comunidad se ha vuelto protectora del oso, no retaliaciones, no caza. Lo importante de esos convenios no son solo las estrategias antidepredatorias, sino que la comunidad entienda su importancia y el presente y futuro. El oso es uno de los mayores dispersadores de semillas y renovador de bosques”.

Sin embargo, pese a los programas para protegerlo, recuerda que “en 2020 nos mataron una osa, estaba lactando en uno de los resguardos del municipio de Páez. Era joven y la verdad no se pudo encontrar el osezno, no lo pudimos encontrar por más que la comunidad se comprometió; no fue posible dar con el osezno y se debió hacer el entierro en el sitio. La mataron a tiros”.

Reitera Alba que el oso de anteojos, “al ser renovador de los bosques es también un renovador del agua, del suelo, de la flora, por eso se llama especie sombrilla, todo lo que se haga para su protección redunda en otras especies. Es carismático, los indígenas lo tienen como un protector; la muerte fue cosa de una o dos personas, pero en general la comunidad lo valora”.

Pero a pesar de que los pobladores lo valoran, no dejan se presentarse casos en los que intentan domesticarlo. “Hace unos años, en 2010, una comunidad indígena de Sotará mantuvo cautivo un osezno; después de que comenzó a hacer daños, a volverse algo agresivo, entonces lo entregaron a la Corporación. Se buscó rehabilitarlo y se reubicó, no pudo volver a su hábitat, estuvo 10 años en cautiverio pero no fue posible rehabilitarlo y hoy está en el zoológico de Cali, en donde tuvo acercamientos con una hembra y está cohabitando con ella”.