Si de poesía se trata, Bogotá desde hace varias décadas, donde se respiraba un aire bohemio, ha sido la “meca” de este arte de escritura, no solo por los grandes talentos que han nacido en esta tierra fría y de ritmo agitado, sino por sus templos de encuentro en los que los versos de cada pluma se escuchan en tertulias e incluso alrededor de un café o de un son cubano.
Y aunque hay temporadas en las que están en furor un tema u otro, lo cierto es que la poesía siempre ha permanecido latente en el corazón de los capitalinos, solo que con algunos cambios en los estilos y diálogos.
“Se ha dicho siempre que Colombia es tierra de poetas y de consumidores de poesía. Este país tiene muchos seguidores de poesía en todos los estratos y edades. Tal vez hoy la poesía más cultivada y más culta no llega tanto a la gente, pero sí se apasionan por la poesía por la vía incluso de las canciones, de los libros, autores, encuentros de poesía, como se hacía en la misma Casa de Poesía Silva”, le dijo a EL NUEVO SIGLO la poeta Luz Mary Giraldo, quien fue homenajeada en 2020 por el Festival Internacional de Poesía de Bogotá en su XXVIII versión.
Para el poeta y director de la agenda cultural del Gimnasio Moderno y de la Biblioteca de Los Fundadores, Federico Díaz Granados, el movimiento de la poesía en Bogotá durante estos últimos años no ha dejado de estar presente, sino que ha resurgido y consolidado.
“Siento que en los últimos años, incluso desde antes de la pandemia, en la última década ha habido no solamente un resurgimiento, sino una consolidación de los distintos espacios poéticos de Bogotá. Hay que recordar que en ningún momento se han muerto, siempre en la tradición bogotana ha habido lugares para los encuentros, para las tertulias y de pronto alrededor de estos lugares es que se han consolidado escuelas, movimientos, revistas, grupos literarios”, le aseguró Díaz Granados a este Diario.
Un vistazo al pasado
Los encuentros, lecturas y tertulias alrededor de la poesía se remontan a varias décadas atrás, pues Bogotá desde los años 20 ha tenido lugares dedicados a los apasionados por este género literario.
Díaz recuerda algunos de aquellos sitios donde se respiraba poesía y la Bogotá bohemia estaba en auge. “La ‘generación de los nuevos’ se reunía alrededor del café automático y del Café Windsor por allá en los años 20. En los años 70 esto también se multiplicó a otro tipo de cafés donde se encontraban poetas que pertenecían más al nadaísmo o al movimiento hippie”.
Así mismo, asegura que este tipo de encuentros siguieron apareciendo hasta la década de los 80, “donde la bohemia bogotana se dividió en dos grandes rumbas: la salsera o de son cubano, alrededor de sitios como el Café Libro, La Teja Corrida o El Goce Pagano, que eran puntos de encuentro de muchos poetas e intelectuales; y otra que era la rumba más tipo canción social, nueva trova cubana, rock en español, en Famas y Cronopios, La Arcadia, Arte y Cerveza, que se volvieron lugares donde además se presentaban libros de poemas y donde muchos poetas tenían su primera presentación”.
Una transformación
Hoy en día estas citas con la poesía han resurgido de diferentes formas, sin dejar su existencia entre las librerías, bares, cafés, bibliotecas y otros espacios, que a pesar de la pandemia, época en la que la creación y la lectura crecieron desde casa, se mantuvieron en pie.
“Siempre ha habido sitios para la poesía, encuentros, libros publicados, aun cuando publicar poesía definitivamente es un poco más difícil y complicado porque a pesar de tantos oyentes, creadores y lectores, la poesía no se vende, la gente no compra poesía y eso hace muy difícil que se publique. De todas maneras, antes de la pandemia la poesía existía y se afianzaba, y durante la pandemia creo que el encierro nos convocó a todos los poetas para escribir y pensar sobre la fragilidad de la existencia y escribir nuevos libros”, comentó Luz Mary.
Por su parte, Francisco asegura que estos templos de la poesía “nunca se han acabado, simplemente se han transformado”, por lo que actualmente son grupos pequeños o tertulias que habitan y crean este tipo de encuentros.
Sin duda, uno sitios imperdibles de la capital hasta hace algunos meses era la Casa de la Poesía Silva, “un lugar que durante muchos años fue el epicentro de la poesía en Bogotá, una visita obligada de encuentro, donde además todos los jueves había lecturas y el resto de días había talleres de creación poética o talleres dirigidos a profesores”, explicó Díaz. Sin embargo, este museo, que fue fundado por María Mercedes Carranza en 1986, cerró sus puertas desde varias semanas.
Ahora es común ver grupos y eventos como la Tertulia Literaria de Luz Gutiérrez, en la cual siempre estuvo presente María Mercedes Carranza detrás de sus actividades. Desde hace 22 años, en este espacio se realiza una reunión alrededor de algún escritor o un tema relacionado con este género, así como también se creó un premio para las óperas prima de los poetas. “Es un espacio que aparentaba ser muy íntimo y que ahora se volvió público”.
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Según Federico entre otros de los sitios actuales en los que habita la poesía está la Casa de Citas en La Candelaria, donde hay frecuentemente lectura de poemas; el Café Cinema, en el que hace más de 25 años en sus diferentes sedes como la del Centro Comercial Terraza Pasteur, la de Chapinero en la calle 54 con séptima y la más reciente, en “Buscando América”, y se sobrevivió a la pandemia; y la Librería Trilce, creada por el “bohemio de la poesía”, Guillermo Martínez González, y el joven Alejandro Cortés González. Centros culturales que se convierten en una visita obligada si busca una experiencia alrededor de este género literario.
Para completar esta ruta de la poesía que cualquier ciudadano puede hacer, no pueden faltar en la lista librerías independientes como la Librería Wilborada, Tornamesa, Prólogo, Lerner y Casa Tomada, así como bibliotecas públicas como la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo, Biblioteca Virgilio Barco, entre otras más que están adscritas en la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed.
“Todo esto se articula con editoriales independientes y con librerías, editores, escritores, que permitan una vitalidad y una muestra muy variada, no solamente de distintas tendencias, sino de registros de la poesía actual”, señaló Federico.