Ya sea en la esquina de un apartamento, en una terraza, en los jardines o en lugares tan poco usuales como la cocina o los baños, las plantas han adquirido un lugar especial durante la pandemia del coronavirus.
Un ejemplo de esta situación lo da Ginna Restrepo quien desde que inició la pandemia y los constantes confinamientos llenó su hogar de diferentes tipos de plantas, especialmente de suculentas, que según la abogada de 33 años le han dado vida a su hogar gracias a la variedad de tonos y formas que tienen.
Lo mismo sucedió con Diego Bonilla, un diseñador de 35 años, quien adaptó su espacio de trabajo en el hogar con plantas para sentirse más cómodo y un poco más cerca de la naturaleza.
El repentino aumento en la adquisición de plantas se ha registrado en diferentes naciones como Argentina, Chile, Colombia, España y Estados Unidos, entre otras, donde los comerciantes han registrado un sustancial incremento en sus ventas.
The Sill, una tienda online de plantas en EE.UU., le indicó a la Agencia de Noticias Associated Press (AP) que algunas de sus variedades se agotaron debido a la gran demanda en especial de las plantas para los interiores del hogar.
¿Qué hay detrás de este acercamiento a las plantas en medio de la pandemia? La Agencia Anadolu habló con algunos expertos quienes explicaron los beneficios generados a nivel emocional y psicológicos de unir la naturaleza con los ambientes urbanos.
Para la psicóloga argentina Ailin Tomio, especialista en ciencias del comportamiento y directora ejecutiva de la firma DESPa Method, las personas al pasar mayor tiempo en sus hogares comenzaron a adaptarlos para que fueran más cómodos y les permitieran sentirse más relajados y seguros. En ese contexto se intensificó la adquisición de plantas.
La experta señala que a diferencia del arte o cualquier otra imagen creada por el hombre, la apreciación sobre la naturaleza es mucho más homogénea entre la gente. Mientras una obra de arte puede ser apreciada por unos y rechazada por otros, según su personalidad y gustos, esto no suele ocurrir con la naturaleza, cuya apreciación y valor es más compartida de una misma manera entre gran parte de la sociedad.
Por su parte, Carlos Andrés Gantiva, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Los Andes, señala que las plantas cumplen una doble función: actividad de dominio y actividad de agrado.
Gantiva asegura que en medio de la monotonía vivida en la pandemia y los confinamientos las plantas se convirtieron, para algunos, en actividades gratificantes y distintas.
“Es una actividad que implica dominio, es decir hacerlo bien. Cuando regamos una planta o cuidamos a un animal implica dominio, hacerlo bien, es bueno, genera la sensación de confianza, una sensación de logro y eso es muy importante para la salud mental”, destaca el experto.
Un estudio publicado el 13 de junio de 2019 en la revista Scientific Reports reveló que un mayor contacto con la naturaleza o con entornos naturales como parques, bosques y playas se asocia con una mejor salud y bienestar.
El estudio titulado Pasar al menos 120 minutos a la semana en la naturaleza está asociado con la buena salud y el bienestar indicó que vivir en áreas urbanas más verdes estaba relacionado con menores “probabilidades de enfermedad cardiovascular, obesidad, diabetes, hospitalización por asma, angustia mental y, en última instancia, mortalidad”.
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A ello, Tomio agrega tres beneficios de estar rodeados de naturaleza: beneficios psicológicos, físicos y sociales. “Tiene que ver con la disminución de la carga mental; relajación, disminución del estrés, una sensación de estar seguros y de tener mayor certidumbre, mejoras en el estado de ánimo y reducción de la ansiedad”, explica la experta en cuanto a los beneficios psicológicos.
En cuanto a los físicos, según Tomio, se asocia la naturaleza o ambientes naturales con la activación del sistema nervioso parasimpático, “la parte de nuestro cuerpo que nos hace estar más tranquilos, que nos relaja, la disminución de nuestro ritmo cardiaco etc”.
“En tercer lugar, beneficios sociales. Los estudios tienden a mostrar que somos menos agresivos cuando estamos rodeados de naturaleza que cuando estamos en ambientes más urbanos y en general esto está relacionado a los beneficios psicológicos. Si estás menos estresado vas a estar menos agresivo a la hora de reaccionar”, agrega.
Otro estudio, titulado Naturaleza y salud mental: una perspectiva de servicios ecosistémicos publicado en la revista especializada Science Advances señala la relación de la naturaleza con una mejora del sueño y la reducción del estrés.
Según el texto, los beneficios en el sueño y el estrés pueden implicar un menor riesgo de enfermedad mental “pues son factores de riesgo importantes para las enfermedades mentales, especialmente la depresión”.
El estudio destaca que la experiencia de estar rodeado de naturaleza está asociada con una menor incidencia de otros trastornos como la ansiedad, el déficit de atención y trastorno de hiperactividad (TDAH) y depresión, pero reconoce que varios de estos beneficios varían debido a factores como el nivel socioeconómico, el género y la edad.
La edad, a propósito, puede tener un rol importante. Para Gantiva el cuidado de las plantas, así como de animales (mascotas) puede ayudar en el proceso educativo de niños y adolescentes.
“Muchas veces nosotros como adultos decimos ‘bueno, pero porqué esta persona no es responsable' y cuando hacemos eso es porque dicha persona no cumple con ciertas obligaciones laborales, pero eso se pudo evitar cuando era niño, dándole la responsabilidad de criar una planta, un animal o con labores de la casa. La responsabilidad de uno como adulto se construye desde la infancia y no (en respuesta) a un trabajo pago”, destaca el psicólogo.
Pero los beneficios de la cercanía con la naturaleza van más allá. Debido a este creciente interés nació el diseño biofílico el cual se ha convertido en una tendencia arquitectónica y artística que ha ganado respaldo en los últimos años, y que busca incorporar aspectos de la naturaleza dentro de los espacios urbanos con el fin de mejorar la sensación de las personas con las estructuras, según resalta la revista especializada Architectural Digest.
Este tipo de diseño, según Architectural Digest, se enfoca en estímulos sensoriales como olores, sonidos, gustos y sensaciones producidos por objetos propios de la naturaleza.
Uno de sus mayores representantes es The Royal Children's Hospital by Bates Smart, un hospital infantil en Australia por medio del cual se ha demostrado los efectos benéficos del contacto entre pacientes con la naturaleza.
Los pacientes en el hospital, ubicados en habitaciones con vista a la naturaleza, muestran una mayor rapidez en su recuperación.
Para el arquitecto de la Universidad de los Andes, Claudio Rossi, ya no es suficiente la búsqueda de que los edificios funcionen bien sino que es necesario trabajar en su capacidad para contribuir un poco a reconstruir la naturaleza que ha sido tan afectada durante años de urbanización.
“(Se necesita) restituir servicios ecosistémicos, pensar en los otros habitantes de los territorios (animales) (...). Es una nueva relación con la naturaleza. A partir de la arquitectura se crean nuevas interacciones espaciales en la relación con la vegetación, que esta no se vuelva solo una cosa de decoración, sino que se vuelva parte misma el bienestar de quien habita esas estructuras”, destaca Rossi.