La apariencia sobre la realidad | El Nuevo Siglo
Miércoles, 16 de Junio de 2021

CERTIDUMBRES E INQUIETUDES

Nuestros gobernantes suelen dar mayor relevancia a lo formal y a lo externo que a lo sustancial, y comprometerse a bonitos programas y objetivos que luego abandonan o contrarían.

Juran los presidentes, como lo establece el artículo 188 de la Constitución, cumplir sus preceptos y las leyes, y se obligan a “garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”, aunque la dura realidad prueba lo contrario. Para corroborarlo basta ver lo acontecido -y ojalá algún día aclarado- durante las marchas y protestas del último mes y medio.  

Los gobiernos se han acostumbrado a conferir mayor importancia a las apariencias y a la imagen -presentada oficialmente en los medios de comunicación- que a la real y tangible gestión de los asuntos que interesan a la colectividad. Hay una gran tendencia a “mostrar”, sin importar si lo que se muestra corresponde a lo que se hace, y a “presentar” buenos resultados, acomodando las estadísticas, las cifras y las gráficas, en especial para efectos de comparación entre lo actual y lo precedente. No es extraño encontrar que se ofrezca o sostenga algo públicamente, pero se haga exactamente lo contrario. Ni que se prometa en campaña una determinada política social o económica que resulta ser totalmente distinta de la que se formula y ejecuta en el gobierno. Ni que se inaugure con bombos y platillos una obra que está lejos de ser concluida. 

Ejemplos:

El expresidente Juan Manuel Santos se comprometió en campaña a no aumentar las tarifas de los impuestos, y aseguró poderlo escribir así en “piedra, mármol o (en) lo que sea”, pero lo que finalmente quedó escrito en la Ley tributaria 1819 de 2016 -de iniciativa gubernamental- fue, entre otros, el incremento de la tarifa del IVA del 16% al 19%. Igualmente, prometió disminuir los aportes de los pensionados para salud, del 12% al 4%, pero, culminado el trámite legislativo en el Congreso, objetó el proyecto de ley aprobado en tal sentido y consiguió hundirlo.  

Santos reconoce ahora, ante la Comisión de la Verdad, que los mal llamados “falsos positivos” tuvieron ocurrencia por el afán gubernamental de mostrar resultados. Bastante tarde, quien fuera Ministro de Defensa durante el gobierno Uribe expresó: "Me queda el remordimiento y el hondo pesar de que durante mi ministerio muchas, muchísimas madres, perdieron a sus hijos por esta práctica tan despiadada, unos jóvenes inocentes que hoy deberían estar vivos”. Según él "la presión por producir bajas y los premios por lograrlo fueron, sin duda, los incentivos para producir lo que vino después”. Todo ese dolor, para “demostrar” que la política de “seguridad democrática” estaba produciendo efectos.

Consignas del actual presidente Iván Duque -como “menos impuestos, más salario mínimo, para un país solidario”, “el que la hace la paga”, “somos autocríticos, y recibimos la crítica y la protesta con respeto”, “reconstrucción de Providencia en 100 días”, “la presidencia de Maduro tiene los días contados”- han sido desvirtuadas por tozudos hechos.  

En fin, la búsqueda de aprobación sobre la base de apariencias, sin importar las realidades, ni lo sustancial. Con eufemismos que pretenden ocultar lo inocultable. El imperio de la forma externa sobre el fondo.