La vicepresidencia en nuestra Constitución es un cargo sin funciones; en principio no tiene nada que hacer distinto a esperar a ver si le pasa algo al Presidente de la República que le impida cumplir su oficio definitiva o temporalmente. Como quien dice, sentarse a esperar, como lo hacía la vieja institución del Designado en la anterior Constitución.
Dice la Constitución que el Presidente puede confiarle misiones o encargos especiales a la Vicepresidencia o designarla en cualquier cargo de la rama ejecutiva; por ello, prácticamente se ha desempeñado en el pasado como una especie de consejería para varios temas importantes, como, por ejemplo, los derechos humanos. Incluso, algunos Presidentes han nombrado ministro o embajador a sus vicepresidentes.
El actual gobierno se dejó meter en el embeleco de la Vicepresidente, de crear un ministerio, a la medida de las ambiciones políticas de la funcionaria. El ministerio de la Igualdad, que será transversal en sus competencias, frente a los diez y seis ministerios actuales. Se pretende que la Vicepresidenta ejerza control y vigilancia a todo lo relativo a la inversión social y al gasto público de todos los ministerios que serían a la larga sus subordinados; tendrá una planta de personal vinculado de 744 personas repartidas en cinco viceministerios, entre los cuales habrá directores, técnicos, directores técnicos departamentales, 22 asesores y 195 profesionales especializados. Se ha dicho que el costo de su funcionamiento podría estar por el orden de los cien mil millones de pesos anuales.
Este nuevo engendro administrativo que aparece en la administración pública colombiana, a parte del examen sobre su viabilidad constitucional, en primer lugar, implica un atropello a la política de austeridad que esperábamos en el gobierno del cambio. El mismo exministro de hacienda con el comenzó el gobierno ha salido a llamar la atención sobre la necesidad de reducir significativamente el nuevo ministerio. De no hacerlo, estaríamos presenciado los colombianos un grandísimo despilfarro.
La igualdad, la no discriminación, la equidad, deben ser políticas de Estado que deben cumplir todos los ministerios, la administración pública en todos sus niveles y que mejor propuesta que asignarle la coordinación, vigilancia, el seguimiento de estas políticas a la Vicepresidencia de la República, sin necesidad de crear otro Ministerio más.
Pareciera que eso de la austeridad en el gasto público no pegó muy bien en algunos de los miembros de este gobierno y especialmente en la Vicepresidencia. Ya presenciamos los colombianos el inútil viaje diplomático al África, realizado por quién no tiene competencias para cumplir este tipo de funciones de diplomacia internacional y con un gran costo para el erario público; a esto hay que sumarle los gastos de helicóptero y combustible para su transporte domiciliario.
Lo que deberíamos pensar para ahorrarle en el futuro dinero a las arcas públicas, es de verdad suprimir un cargo inútil como el de la Vicepresidencia y volver a la figura del Designado.