Como si se tratara de una serie de televisión, con la emoción de la dramaturgia en vivo, así es la propuesta del teatro breve o el microteatro (como también se le conoce), un formato que ofrece entretenimiento durante fragmentos cortos en salas pequeñas y que luego de caminar sobre la cuerda floja durante la pandemia, este año llega para conquistar en cada temporada a los bogotanos.
“Es una experiencia artística de 15 minutos máximo, que se vive en siete salas donde presentamos obras de teatro, danza y también música”, le explica a EL NUEVO SIGLO Cristina Colmenares, directora de la franquicia de Microteatro Colombia.
Fórmula teatral
Este novedoso concepto de teatro nació en los escenarios de España aproximadamente hace 12 años, de la mano de un grupo de artistas encabezado por Miguel Alcantud, reconocido director colombiano, quienes convirtieron una casa, que antiguamente era utilizada como un burdel, en un escenario para presentar una serie de pequeñas obras dedicadas a la prostitución.
“Alcantur, que dirigió recientemente algunos capítulos de la serie de La casa de papel, es la persona que le da nombre porque antes era teatro breve y establece unos parámetros. Entonces crea la marca y una fórmula para hacer que el formato fuese una experiencia inmersiva, la cual se convierte en el primer contacto que tiene el público con el teatro, para que después se enamoren de este arte y quieran asistir a teatros más grandes”.
Así fue como se creó el “microteatro por dinero”, donde en 13 habitaciones se ubicaban 13 grupos independientes con un solo propósito: el de presentar una propuesta teatral de 10 a 15 minutos sobre un tema en común.
Manteniendo esta tradición, líderes de las artes escénicas del mundo comenzaron a presentar este mismo concepto en ciudades como Aguascalientes, Barcelona, Buenos Aires, Lima, Miami, hasta llegar a Bogotá, donde hace seis años se pone en acción este formato teatral.
El propósito de estas microobras no solo es ser una opción para aquellas personas que no tengan mucho tiempo destinado para disfrutar del entretenimiento, sino también fomentar la cultura de las artes escénicas, posicionándolas como una alternativa para los días libres de los ciudadanos.
Otro de los beneficios que ofrece el microteatro es el precio de cada boleta. En especial para esta temporada, en la que los asistentes podrán acceder a una ‘boleta circuito’. “Con esta boleta que vale $70 mil, se pueden ver todas las obras, pero además es transferible, es decir, si esa persona no las pudo ver todas, se la puede dar a otra para que vea las que faltan”.
Conexión desde las salas
Las consecuencias por la pandemia fueron inevitables también para este tipo de propuesta, pues al tener un contacto más cercano con el público implicaba un mayor riesgo de contagios. Un panorama desalentador, que incluso, según Colmenares, los llevó a pensar en cerrar sus puertas.
“El reto más grande que hemos tenido es la autogestión, ya que el teatro es una empresa netamente privada, no contamos con ningún tipo de apoyo de entidades, por lo tanto ha sido difícil poder autogestionarnos y recuperarnos. Estuvimos a punto de cerrar el año pasado”.
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Pero el fanatismo por este nuevo concepto en la ciudad y la sed de trabajo de varios artistas evitaron que se cerraran las puertas, retomando una palabra polémica y de moda en los últimos meses: reinventarse. “Buscamos las estrategias a nivel digital para poder mantener el espacio”.
Fue como llegó la idea de hacer una temporada totalmente dedicada a las redes sociales, con la que se aprovechara tanto la reactivación de la cultura presencial como la eficacia y rapidez que ofrece el mundo digital.
En esta edición, que estará disponible hasta el 29 de agosto, “el público va a encontrar en cada sala una red social. Es decir, en una sala tendremos TikTok, en otra Instagram, luego WhatsApp, YouTube, también Onlyfans, Twitter y Facebook. Las obras se van a contar a través de estas plataformas, donde la gente podrá interactuar con nosotros antes, durante y después de la puesta en escena”.
Estarán a disposición del público, en su escenario ubicado en el Centro Comercial Cafam La Floresta, siete historias: entre ellas Tik tok, una comedia que se presentará en la sala 1, donde una pareja tratará de superar a Eva Luna y Camilo, la pareja tik tokers más famosa de Latinoamérica, colocando al público dentro de la red con diferentes videos virales para que los ayuden a subir sus seguidores.
En el repertorio también estará Lista de difusión, otra comedia con la que a través de WhatsApp se presentará una realidad de dos personas que se conocen y comienzan hablar por esta red hasta que deciden citarse, pero el encuentro no será lo que ellos esperaban; o Only fans, una pieza con la que el público podrá aprender siete pasos para triunfar en esta plataforma en una experiencia inmersiva.
En la sala 6 estará 140 caracteres, en la que una chica necesita conseguir la musa para poder abrir su nueva cuenta de Twitter la cual espera sea todo un éxito, por lo que decide ir a un parque para inspirarse, y en esa búsqueda llegó un pajarito que la impulsará a llegar al climax de su creatividad. Las obras El nudo desnudo, Reggaeton for Dummbies, Magia Digital, Tik tok kids y La magia del color, completan la cartelera de la temporada.
Para Cristina esta será una oportunidad para disfrutar de historias variadas, pero también de reflexionar acerca de la nueva realidad y el uso adecuado de las redes sociales. “La humanidad ahora está muy conectada con las redes sociales y cada una tiene su magia, pero buscamos a través de las obras dar un mensaje, con el que se busque un equilibrio entre la vida presencial y la vida online. Todas las obras de alguna forma buscan tocar ese tema desde diferentes vertientes”.
Con su fuerza de evolución el microteatro seguirá abriéndose campo en la industria y conquistando escenarios, abonando un futuro prometedor con su próxima presencia en un festival nacional y en otras ciudades para extender su proyección a nuevos públicos.
Esta se consolida como una revolucionaria forma de hacer teatro, que se “encargará de desmentir el dicho que dice que ‘del arte no se vive’ porque sí se puede, incluso en los momentos más difíciles de la humanidad”.