Los albatros son pájaros monógamos que pueden sufrir también los problemas de una separación, sobre todo los ejemplares más "tímidos", que prefieren retirarse antes que pelear, según un estudio divulgado este miércoles.
"Por primera vez demostramos el vínculo entre la personalidad y el divorcio en una especie animal salvaje", explicó a AFP Ruijiao Sun, principal autor del estudio, realizado en los confines del hemisferio sur, y publicado en el boletín Biology Letters, de la Royal Society británica.
Diomedea Exulans es el nombre científico del albatros. Su envergadura supera los 3 metros. Pueden vivir más de 50 años, y aunque cruzan enormes extensiones de agua y tierra en el hemisferio sur para alimentarse, aproximadamente cada dos años vuelven a reunirse con su pareja para reproducirse.
El divorcio es "muy raro" en esta especie, aproximadamente el 13% de las parejas estudiadas por este ecólogo, que prepara su doctorado en el seno del Institut Oceanográfico estadounidense Woods Hole.
El 90% de los pájaros son monogamos, los pájaros marinos lo son sin excepción. Pero la vida de pareja es difícil.
Como en cualquier especie animal, el imperativo de reproducción es clave entre los albatros. "Si un pájaro constata que sus posibilidades de reproducción son escasas con una pareja determinada, busca otra" explica Ruijiao Sun.
Este nuevo estudio fue realizado a partir de una colonia de unos 2.000 albatros en Possession Island, en el archipiélago Crozet, situado a medio camino entre Sudáfrica y las costas de la Antártida.
Gracias a la identificación de cada ejemplar, mediante anillas en las patas, desde 1959, los científicos pudieron observar a lo largo de la última década el comportamiento durante el apareamiento, que es un proceso complejo.
Los albatros machos cortejan mediante rodeos y graznidos a las hembras. Y los científicos observaron que durante el proceso, pájaros más agresivos pueden inmiscuirse. En ese caso, los más tímidos optan por retirarse.
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Hay también otros motivos
Hay más albatros machos que hembras, porque éstas últimas tienden a buscar comida en lugares donde tienen más probabilidad de ser atrapadas por redes de pesca.
El exceso de machos provoca más competición. Algunos ejemplares necesitan más de cuatro años para hallar pareja.
"Otros factores también entran en juego" como la longevidad de la pareja, explica Stéphanie Jenouvrier, coautor del informe.
"Los ejemplares que viven en una relación de larga duración es menos probable que se divorcien que las parejas nuevas", explicó Jenouvrier.