Historia mínima de Colombia, es el libro que por muchos años ha narrado la historia, valga la redundancia, política y social del país desde sus primeros pobladores hasta el nuevo siglo.
El historiador y escritor colombiano Jorge Orlando Melo presentó este jueves una nueva edición corregida y ampliada de su libro junto a la historiadora Tatiana Duplat para la editorial Planeta.
“Cuando escribí el libro lo hice pensando en la gente de los primeros años de universidad, no especialistas, yo tenía resistencia para escribir libros para los expertos. (...) Yo quiero contar un cuento que le interese no solo al experto", dijo el historiador Melo.
En ese sentido, afirmó que para narrar la historia de Colombia existe un sin número de contradicciones que hace difícil establecer un punto de vista.
“Colombia tiene algo especial. Muchas personas piensan que es muy difícil de explicar, un país muy contradictorio, lleno de diferencias, el país más democrático de todos, pero con una violencia del diablo (...) vivir es siempre es muy complicado"
“La historia no se repite”
Entre risas, el escritor compartió una anécdota. En esta edición, su libro, fue traducido en tailandés, hecho que le causó gran curiosidad, pues ¿cuál era el fin de traducirlo a este idioma si nadie lo leería?
Sin embargo, al preguntar la respuesta que recibió de ese país fue que “el que no conoce la historia de Colombia, está condenado a repetirla".
Pero más allá de eso, para Jorge Orlando Melo “la historia no se repite”.
"Yo creo que cualquier que viva en un edificio, grande, para salir a la calle, tiene que saber cómo son los vecinos", comparó el escritor.
Además, aseguró que la historia sirve para generar en las personas un sentido crítico de lo que sucede en el mundo.
Por ejemplo, en medio su presentación Tatiana Duplat –columnista de EL NUEVO SIGLO–se refirió al hecho que se presentó en Popayán en donde un grupo de indígenas del pueblo Misak derribó la estatua del conquistador español Sebastián de Belalcázar, en el sector de El Morro de Tulcán. Hecho que para muchos colombianos resignificó el pueblo nativo.
Al respecto, el escritor recordó que en esa zona del país hay historias terribles, que la gente ha olvidado.
“Cuando llegó Belalcázar a Popayán se produjo el hambre, murieron más de 100 mil personas por eso, incluso dicen que fue tan grave que se comían los unos a los otros porque los españoles les quitaron sus cultivos”, relató.
Por lo que señaló que en ese proceso se entiende que los descendientes de estas comunidades se enojaran cuando les pusieron esta estatua que “no era para celebrar a Colombia, sino para celebrar a los blancos y como ellos dominaron”.
Sin embargo, sobre el hecho afirmó que “hay que tratar de buscar formas menos violentas y más bien de diálogos en el que se logre discutir esta diferencia”.
En los años 20 y 30 los que mandaban en Popayán eran los blancos, familias como los Mosquera y los Valencia, por eso colocaban las estatuas. (...) Hay que tener en cuenta siempre tendremos cuatro versiones de la historia, y por eso debemos reconocerlas todas, pero resaltar el de los más oprimidos”.
Aquí puede ver la presentación: