Trascendental para Colombia lo relacionado con sus Concordatos con la Santa Sede, de cuyo segundo se están cumpliendo 50 años. Dimos ya, datos fundamentales al respecto en columna anterior. En 1942 hubo propósito de Reforma, veinte años antes del Vaticano II, hubo propósito de reforma al del 1887 que suscito dura oposición de la mayor parte de los Obispos y del pueblo colombiano que no culminó.
En nuevas circunstancias, en 1973, ante avances del Vaticano II, se logró suscribir nuevo Concordato bajo la Presidencia de Misael Pastrana Borrero, con labor eficiente de Mons. José de Jesús Pimiento y Mons. Jorge Ardila, en nombre de la Iglesia, y de los Doctores Antonio Rocha y Aurelio Caicedo Ayerbe, en nombre del Gobierno, con espaldarazo final, para su aprobación parlamentaria (1974), del Presidente López Michelsen, y ratificación, 10 años después, con Belisario Betancur. El Concordato fue firmado por el Nuncio Ángelo Palmas y el Canciller Alfredo Vásquez Carrizosa.
Aspecto saliente para este Concordato, el hecho de haberlo dejado en pleno rigor con la Constitución de 1991, y es primer argumento para afirmar que Colombia no es un “país laico”, sino de “Estado de Derecho”. Aspectos como el reconocimiento de efectos civiles del Matrimonio ante la Iglesia Católica, la vigencia de enseñanza religiosa en establecimiento educativos, así como invocación del nombre de Dios en su preámbulo, no son de un “país laico”. Tampoco lo es el hecho del juramento ante Dios al asumir cargos gubernamentales.
Aspecto que debe quedar bien en claro, es que, no obstante fallo de la Corte Constitucional, que no es Constituyente, por Sentencia de 1993 que de los 24 artículos del Concordato solo dejaba vigentes 16 y ½, es decir “exequibles” para la Iglesia esto no es aplicable, pues el Concordato es “Tratado Internacional”, intocable, si no es “en acuerdo de las dos partes”, lo cual no se ha dado. Para ella el Concordato sigue vigente en su totalidad, pero los gobiernos atienden lo declarado por la Corte. Estando las cosas así ha procurado no crear conflictos, sin exigencias de aplicación o no de lo sentenciado por la Constitucional.
Así marchan las cosas en este país del Sagrado Corazón, con Basílica construida con aportes de todos los Departamentos del País, con decenas de años con autoridades que han dado gracias y se han consagrado a Él, y en distintos momentos lo siguen haciendo, en donde todos los gobiernos han reclamado apoyo de la Iglesia católica para sus avances y reconciliación y paz, con efectivos respuestas de parte de ella.
Así vamos cumpliendo 50 años de vigencia de un Concordato, tan responsablemente preparado, cuyo contenido total ha sido benéfico para Colombia, con respeto de todas las confesiones religiosas, sin arrepentirse del “hecho católico”, que llevó a establecerlo. En este país, con Estado “no laico”, sino “de Derecho”, con apertura constitucional a la libertad religiosa, que sigue invocando al Sagrado Corazón, en quien confía, y a María Santísima, Reina de Colombia “¡Ad Multos Annos!”
*Obispo Emérito de Garzón
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