Abrazarnos incondicionalmente | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Octubre de 2022

Somos pequeños: verdaderamente, somos infantes en este prekínder existencial.  Tenemos un inmenso horizonte por delante, infinito; para alcanzarlo requerimos ampliar la consciencia y vibrar en el amor incondicional.

Cada día es una nueva oportunidad para crecer y evolucionar. Vamos haciendo lo que mejor podemos a lo largo de la vida, pues necesitamos transitar de la inconsciencia del ego a la consciencia del amor, proceso que es arduo, requiere esfuerzos constantes y atención plena. Como niños y niñas que están aprendiendo a caminar, hablar o socializar, y se equivocan en los intentos por hacerlo bien hasta que lo logran, los seres humanos cometemos muchos errores en el proceso de avance del alma. Los errores son fundamentales para consolidar los aprendizajes, algo que nuestras sociedades aún no comprenden del todo, por cuanto siguen castigando a quien se equivoca.  

Error y aprendizaje no son lo mismo, aunque están estrechamente relacionados.  La diferencia radica en la consciencia: podemos equivocarnos muchas veces en el mismo aspecto, pues sí es posible que tropecemos no solo dos sino veces muchas más con la misma piedra.  Entonces, ¿por qué nos seguimos equivocando?

La respuesta es obvia y justamente por ello amerita ponerse de relieve: porque aún no hemos aprendido lo suficiente para dejar de errar, como cuando confundimos la p con la q o la b con la d en el proceso de lectoescritura.  Paulatinamente, en la medida en que hacemos consciencia del error y construimos sentido vital, vamos consolidando el aprendizaje. El error por sí solo no es aprendizaje, pues se requiere de la mediación de nuestra capacidad de darnos cuenta del yerro.  Mientras aquello que podemos aprender no se relacione profundamente con nuestra vida, no hay comprensión y tampoco aprendizaje.

Podemos -y necesitamos- ser compasivos con nosotros mismos en cada proceso de aprendizaje, tenernos paciencia y abrazarnos incondicionalmente, sobre todo en el error. Por lo general, con afortunadas excepciones, nos auto-castigamos porque nos seguimos equivocando, cuando en realidad deberíamos prodigarnos nuestro más profundo amor.

Sí, podemos seguir creyendo que el otro o la otra nos completa, desde el cuento de la media naranja. Sí, podemos recaer en la adicción al alcohol, al tabaco o al sexo, por mencionar solo algunas. Sí, podemos seguir sintiendo odio por quien nos lastimó la semana pasada o hace diez años. Aún no hemos aprendido que somos una totalidad y estamos completos; o a que los vacíos emocionales se llenan desde adentro, no con experiencias externas; o que el otro nos hirió desde sus heridas y que ambos tenemos derecho a sanar. 

Mientras aprendemos todo ello, podemos acompañarnos amorosamente a nosotros mismos, experimentar la compasión y construir sentido. Si nos abrazamos en la equivocación aumentaremos nuestra valentía para evolucionar.

@edoxvargas