La prestigiosa Academia Nacional de Historia del Ecuador fue fundada en 1910, hace 124 años, aun cuando se puede decir que son 125, si se tiene en cuenta que esta institución fue continuación de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, creada en 1909 por el arzobispo Federico González Suarez, destacado poeta, arqueólogo, historiador, investigador, aguerrido líder político y gran viajero, por mencionar solo algunas de las vocaciones conquistadas, con gran éxito, durante su prolífera y polifacética vida.
Han sido 125 años de ejercer brillantemente el estudio, análisis y defensa de la historia del Ecuador, labor, continuada y engrandecida, siguiendo los pasos de Gonzáles Suarez, con lealtad a la historia y tradición de su nación, académicos de gran nombre como son los doctores:
Franklin Barriga López, Director de Honor, hombre universal, escritor, historiador, diplomático y poeta, con decenas obras a su nombre entre ellas, El diccionario de la literatura ecuatoriana, además de ser hoy Presidente del Congreso Americano de la Libertad, que congrega a las Academias Nacionales de Historia de nuestro continente.
César Alarcón Costta, Director; periodista y biógrafo, compilador, ensayista, escritor de destacadas obras en importantes temas, entre ellas el Diccionario biográfico ecuatoriano.
Diego Moscoso Peñaherrera, Subdirector; historiador y escritor de intrigantes obras como, El honor primero. Historia de los duelos de honor en Ecuador y la doctora América Ibarra Parra, relacionista institucional e historiadora especializada en el tema bolivariano con trabajos de la importancia de El pensamiento bolivariano del Presidente Velasco Ibarra.
Con más de 10 mil obras escritas y publicadas por sus miembros, bien se puede decir que los académicos pertenecientes a esta centenaria institución han mantenido en alto el estandarte de la historia ecuatoriana, de los orígenes y tradiciones de sus gentes precolombinas, las glorias y tormentas de la colonización española, la patriótica lucha por la independencia, el nacimiento de la nación republicana y su desarrollo como democracia.
El 25 de abril, encontrándose sus directivos en Bogotá, la Academia Nacional de Historia me confirió la distinción de Miembro Honorario Extranjero por la cual los distinguidos directores me hicieron entrega del Diploma y la Medalla de Honor que dicha distinción amerita.
Fue este un acto muy emotivo. Esta importante distinción me honra, y, como lo exprese ese día, espero ser merecedora de tan transcendental honor, el cual agradezco de todo corazón.
La Academia y el Ecuador, país hermano de Colombia, el cual conozco bien y he admirado desde siempre por la cortesía de sus gentes, la hermosura de sus paisajes inolvidables como el Amazonas, los Andes nevados, las islas Galápagos, los pintorescos pueblos y ciudades maravillosa, su gastronomía, los mercados indígenas, como el de Otavalo, la diversidad de sus culturas, contarán siempre con mi apoyo, respeto e interés y por su historia.
Hoy confirmo mis sentimientos sobre este magnífico país y sus gentes, ¡Ecuador es un poema!