Se dice mucho que es necesario pensar en el agro para la reactivación pospandemia. Dos temas serán entonces prioritarios: las mejoras de productividad y el acceso al crédito. En eso estamos significativamente atrasados.
Un estudio de la USAID reveló que solo el 4% de los pequeños productores agropecuarios tienen cobertura crediticia. El 96% restante tiene que acudir a métodos de financiamiento informal (gota a gota).
Colombia tiene, según el Censo agropecuario de 2014, 2,7 millones de Unidades de Producción. Desde la creación en 1990 del Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, el crédito ha crecido en promedio en 6.357 operaciones anuales. Para llegar a las 2,7 millones de Unidades vamos a necesitar más de 92 años. Es fundamental lograr que el crédito agropecuario llegue a todos los productores que lo requieran, solo así podremos hacer mejoras significativas de productividad y hacer del campo colombiano una empresa que le otorgue buena calidad de vida a los campesinos y productores.
En 2019, de los 19,2 billones de pesos en créditos agropecuarios de Finagro, el 70,7% se direccionó a los grandes productores, el 16,3% a medianos y solo el 13% a pequeños.
Otro de los grandes problemas son las normas, que permiten que los recursos de Finagro terminen financiando los almacenes de cadena, o las grandes empresas de transformación de productos agropecuarios; dejando por fuera a los pequeños, medianos y grandes productores del sector primario.
El 80,2% de los créditos de Finagro fue otorgado mediante cartera sustitutiva y un 19,2% por redescuento. Los recursos dirigidos por cartera sustitutiva en un 71% han sido para grandes industrias como los hipermercados, por ser de la cadena del sector agropecuario. Sólo el 29% de los recursos han ido a medianos y pequeños productores.
El 86% de los créditos de Finagro quedaron en manos de seis bancos de las 46 entidades financieras que existen en el país. Las tasas de intermediación han sido muy altas; convirtiendo el crédito de Finagro muy parecido, en cuanto a tasa, a créditos de libre inversión. Las cooperativas, las entidades no vigiladas, las plataformas Fintech que tienen más alcance y conocimiento de los pequeños productores hoy no tienen suficiente acceso, cuando deberían lideran la intermediación de estos recursos.
Hay límites sobre las tasas a las que se le puede prestar al sector agropecuario. Muchos consideran que si se removiera esa barrera sería posible más crédito. No creo que ese sea el problema, el campo puede ser un buen negocio y su volatilidad puede disminuir significativamente con uso de tecnologías, como los estudios de suelos, de pluviosidad, de mejores técnicas de cultivos.
Estoy presentando un proyecto de ley que creará un solo Título de Desarrollo Agropecuario, donde los recursos sean destinados en un 80% al sector primario, y solo un 20% en el sector transformador, comercial y servicio de apoyo. Además tendrán priorización las nuevas categorías de micro productor y pequeño productor. La intermediación tendrá una comisión mínima. Las entidades no vigiladas podrán obtener recursos; vamos a lograr que las empresas grandes, los gremios y las asociaciones puedan tomar créditos para colocarlos con sus asociados o proveedores, pero sin hacer utilidad. Una pasteurizadora de leche, por ejemplo, podrá tomar el crédito de redescuento y colocarlo en todos los proveedores de leche, para ayudarlos a dar un salto tecnológico. Así podríamos llegarle a todo el campo.