La situación carcelaria en Bogotá no puede ser más caótica. Definitivamente el tema se salió de madre y lo más grave reside en la falta de compromiso o decisión política para enfrentar esta catástrofe, que no es de hoy, pues es el resultado de muchos años en abandono de una problemática que se veía venir y no le pusimos la atención debida. Y hoy, con el coronavirus que nos flagela, ha tomado dimensiones impensadas y por ello se necesita con urgencia atender la situación antes de llegar a un estado calamitoso, vergonzante y fatal, del que saldremos seguramente muy mal parados todos los responsables de su conducción.
Esto empezó por la saturación en las estaciones de policía, donde se conducían todo tipo de infractores o delincuentes en espera de un adecuado procedimiento y judicialización. Esta práctica, a todas luces irregulares pero de colaboración con la justicia, trajo como resultado una serie de problemas para los comandantes de estación, que terminaron cumpliendo con su personal funciones propias del Inpec. Posteriormente la remisión a las cárceles se hizo más complicada, pues éstas se fueron colmando, apareciendo el hacinamiento que se fue potenciando hasta el punto de no retorno. Hoy no hay lugar dónde albergar los sindicados, detenidos y aún sentenciados, que por infinidad de razones deban permanecer a buen recaudo de las autoridades.
Cuando hablamos de seguridad ciudadana tenemos una serie de componentes que hacen parte de la estrategia, piezas o fracciones que se integran para presentar un frente amplio de lucha contra la delincuencia, donde las autoridades sincronizadas entre sí y coordinadas con la ciudadanía, cierran filas para evitar embestidas delincuenciales de toda índole. Pero ojo, por más esfuerzos que adelanten las administraciones, compromisos de autoridades y empeño de la ciudadanía si no hay justicia se pierde todo el esfuerzo. La justicia es el eslabón clave en esta empresa, si los antisociales saben que el Gobierno no cuenta con recursos para aplicar una pronta y firme justicia, pierden el respeto por la autoridad y sus representantes.
Por desgracia, esta situación está sucediendo no sólo en Bogotá sino en la mayor parte del país; la falta de cárceles y lugares de detención es palpable y la delincuencia le saca provecho a esta situación. Es de público conocimiento la carencia de congruencia entre los responsables de estudiar la salida a esta realidad y por lo tanto vivimos un estado de desconcierto.
No vamos a tocar los porcentajes de hacinamiento, por ser degradante y de conocimiento general, pero es triste ver al secretario de seguridad tocando puertas en busca de una salida viable a la problemática. Sin embargo en los medios advertimos como excusa el esguince jurídico o de forma, el que hace presencia para evitar la toma de decisiones o compromisos que, a futuro, puedan cuestionar la decisión.