ADRIANA LLANO RESTREPO | El Nuevo Siglo
Viernes, 25 de Julio de 2014

Arribismos

 

Tanta tinta desperdiciada por los noveleros del recién llegado Starbucks; titulares chauvinistas, inusitado amor patrio por nuestros sembradores de café, defensa a ultranza de lo nacional y otras pavadas. Qué importa dónde tomen su café los arribistas si carecen de la cultura del café; no hay Juan Valdez ni Diletto ni Bagatelle ni Pomeriggio ni Don Pedro que nos encime el deleite de mirarnos a los ojos ni la voluntad de apagar los Smartphone y los IPhone para ponernos a dialogar.

Ahora que también nuestro arribismo nos hace ser pro palestinos y llorar por los caídos en Gaza, repito este verso de Mahmud Darwish, en Desde Palestina: “(…) el olor del café es una geografía / y el olor del café es una mano/ el olor del café es una voz/ que llama y toma/ el olor del café es una voz y un almenar (algún día regresará)/. El olor del café es una flauta donde ululan las aguas de los canales/. Algún día se recoge el agua y el eco se queda”.

Por definición un arribista es quienprogresa en la vida por medios rápidos y sin escrúpulos; pero también aquel con prurito de mostrarse, llegar a ser y como no puede, al menos parecer. Los arribistas de Starbucks no le hacen daño a nadie; dan grima, como en Transmilenio las portadoras de carteras con monogramas fake, cuyas aspiraciones perecen con ellas. Su engaño no tiene eco y se van a la cama con la falsa dicha de su fingido estilo.

Un arribista no reconoce la pluralidad de pensamiento y de gustos. Es una imitación de quien detenta la inspiración. Cuando el arribismo se da en política puede propiciar el desastre personal e institucional, porque de entrada, borra la reflexión autocrítica y lleva al dogmatismo  de creer que si no luce como el original, no sirve.

Para bien o para mal Uribe fue una inspiración tan fuerte, que nos dejó instalados en el arribismo. La política en sus dos gobiernos se escribió con letras chiquiticas y aspiraciones desmedidas; por ello su émulo por excelencia, Andrés Felipe Arias, arruinó su vida.

Según Estanislao Zuleta “pensar por sí mismo es más angustioso que creer ciegamente”. Arias, tan arribista, se liberó de las dudas cartesianas y kantianas sobre el bien y el mal, convencido de ser un legítimo Louis Vuitton. Lo inspiracional y lo aspiracional son esferas diferentes de comportamiento. Lo supo Uribe, lo sabe Starbucks.