Colombia es un país de contrastes extremos y precisamente al iniciarse el 2019, se descubre que tiene el agua más costosa del mundo.
Según estadísticas somos el tercero o cuarto país con la mayor cantidad de agua y, como tal, el precioso y vital líquido debería llegarnos gratuitamente, o a precios relativamente acordes con la abundancia de H2O que nos entregan el Amazonas, las tres cordilleras, el Chocó, considerado el sitio más lluvioso del mundo, amén del fenómeno del “Niño” que anualmente nos visita. Pero no.
Los colombianos debemos pagar por el agua que llega a nuestros hogares las tarifas más altas del globo, porque los recursos destinados a la construcción de acueductos casi siempre van a dar a los bolsillos de los jefes político-corruptos que suelen ganar las elecciones.
Se ha vuelto costumbre y es de buen recibo, andar con una botellita de agua en la mano para refrescarnos, cuando caminamos, utilizamos cualquier transporte o estamos en reuniones, visitas u oficinas. El agua embotellada lucra escandalosamente. Dicen que hay fábricas que la venden, a precios exorbitantes, en contaminantes botellitas o bolsas plásticas, sin mayor tratamiento que el que le aplican los acueductos municipales.
Apenas empezaba el 2019 cuando La W, denunció que las botellitas de agua que venden -tratada o sin tratar- los establecimientos que existen en el aeropuerto Eldorado, es la más costosa del mundo: 12 mil pesos las de 750 centímetros cúbicos. A 16 pesos el centímetro. Más cara que en los desiertos del Sahara, La Tatacoa o La Guajira.
Todos pensábamos que en el aeropuerto había a porrillo. Cualquier aguacero ocasiona inundaciones, los frecuentes danos en las alcantarillas, ponen a navegar las maletas. Pero agua potable para calmar la sed o para preparar el tetero a un bebe, hay que comprarla a un equivalente de 4 dólares. Es el terminal en donde se venden los más costosos alimentos y bebidas.
Dicen los propietarios de restaurantes, cafeterías y demás negocios, que las tarifas del concesionario Opaín por los locales no permiten ofrecer artículos a precios más cómodos y acordes con los que existen en otros terminales del orbe. Como era antes de que sacaran a quienes por años sostuvieron esos establecimientos.
Los viajeros pagan un impuesto bastante oneroso por usar Eldorado. Y si a esto se agregan las abultadas sumas que aportan las aerolíneas por los otros servicios, el negocio aeroportuario es suficientemente lucrativo, para evitar los altos arriendos que hacen imposible comprar la botellita.
A lo anterior hay que agregarle el hecho de que el agua o cualquier otro líquido, por disposiciones legales y razonables, deben adquirirse una vez se pase el punto de seguridad.
Mientras tanto, a pagar o a buscar otra manera de mitigar la sed.
BLANCO: La gran preparación de Nairo y Pantano, para ganar este año el Tour.
NEGRO: Solo 4 años pagará el exfiscal anticorrupción colombiano en Estados Unidos por sus fechorías. Y lo grave: se llevó toda la información. Ganó la corrupción.