¿Vuelven las repúblicas independientes?
Álvaro Gómez en 1961 denuncia desde El Siglo las famosas repúblicas independientes. El tema surge de una publicación de la juventud comunista que llega a sus manos en la que en un mapa de Colombia señalan la existencia de algunas repúblicas independientes. Se trata de Marquetalia, desde donde en los años sesenta empezaba a operar Tirofijo, con antiguos guerrilleros liberales que no habían aceptado la amnistía pacificadora de Alberto Lleras, pese a que él trataba de fortalecer el Frente Nacional, consagrar la paz y enmendar los desvaríos de la Dirección Liberal al fomentar el Frankenstein de las guerrillas contra el gobierno conservador. Surgen las autodenominadas Autodefensas Campesinas, que pretenden seguir el modelo revolucionario del comandante Fidel Castro, hasta que explote la democracia colombiana. Los insurgentes fomentan asentamientos armados en lugares estratégicos para expandir la revolución, como en Riochiquito, El Pato, Guayabero, el Guaviare, lo mismo que en Viotá, Sumapaz, el Tequendama.
Las repúblicas independientes desconocen la soberanía nacional y la Constitución. Las denuncias de Álvaro Gómez conmueven al gobierno de Guillermo León Valencia, que arenga a las tropas colombianas a las que les pide se jueguen la vida en heroicas jornadas para abatir la subversión en sus madrigueras. La reacción oficial es apoyada por la sociedad. Tirofijo y sus asesores, con contactos en Cuba, en plena guerra fría, adoctrinan a la población local y sus militantes, que apoyan la violencia y resisten la presión militar. Tirofijo escapa al cerco de fuego y durante más de medio siglo con diversa fortuna la subversión sigue en combate contra las fuerzas del orden. En la represión antisubversiva resulta insuficiente el apoyo cívico-militar, que se da de manera intermitente, así como la falta de desarrollo y pésima infraestructura. En la Constitución de 1991 intenta Álvaro Gómez apoyarse en el músculo del Plan de Desarrollo para incorporar la periferia del país al crecimiento social y económico, tema que encarga como ponente al constituyente Álvaro Cala Hederich. Sin que los sucesivos gobiernos apliquen como es debido el plan para las zonas de la periferia del país, fundamental para salir del atraso, arrinconar a los violentos y ganar la población. Apenas lo intenta el gobierno de Andrés Pastrana, que acuerda el Plan Colombia con Estados Unidos, que cambia el curso de la guerra y va siendo mermado en cuanto al fin económico-social.
A los problemas estratégicos de la lucha contra la violencia, la amenaza contra medio centenar de municipios, se agrega el intento subversivo de resucitar las repúblicas independientes, utilizando para tan criminal fin a los indígenas; en fatal salto atrás de más de medio siglo, intolerable para el Gobierno. Tal parece ocurrir en Toribio, Cauca, a donde el presidente Juan Manuel Santos se desplaza y realiza improvisado consejo de ministros, durante el cual derriban o cae un avión Tucano, mientras a un kilómetro operaba un retén de la subversión, que fraterniza con los indígenas. Con misiles como los de Afganistán la subversión prolongaría la sangrienta guerra. El exjuez Garzón de mediador con los indígenas suena a moneda falsa.