ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Agosto de 2012

Imbécil, es la República del Sur

 

Colombia tiende a la dispersión. Asentada la mayoría de la población en las faldas de las tres cordilleras, el 70 por ciento del territorio, generalmente, selvático e inhóspito, se inclina a ser  alérgico a la civilización, escenario de crudelísimas guerras.

Se olvida que cuando por arte de la visión geopolítica del Libertador Simón Bolívar, del que hoy denigran los borregos, formamos parte de la Gran Colombia, al morir éste y caer asesinado el mariscal Sucre, los politiqueros de Venezuela, Quito y la Nueva Granada, no tuvieron obstáculos en la clase dirigente para desgarrar la integridad política y territorial, forjando tres naciones en el modelo de Estado-Nación liberal de la época en Europa, para  tener cada cacique local su patriecita, mandarla a su antojo y con su garra abusiva llenar las alforjas de fondos públicos. En Europa el Estado-Nación surge  en nacionalidades que por siglos de guerra y antagonismos se  forman con características propias, costumbres, idiomas, intereses y hostilidades comunes. Con la  estúpida  lógica criolla, las trece colonias en América del Norte se habrían convertido en varios países. Con resolución  geopolítica se unen,  expanden y erigen una  potencia mundial. Aquí importamos el federalismo para dividir lo que estaba unido.Los países de la Gran Colombia tienen origen y evolución  común, poblaciones mezcladas, idioma, religión, costumbres y problemas similares; una civilización conseguida en trescientos años de  esfuerzo, superación y civilidad; los localismos hirsutos no pasaban de rivalidades menores, con menor arraigo y diferencias que el regionalismo español. Los generales Moreno y Farfán, caudillos llaneros, separan  extensas tierras de la Nueva Granada, sino que Venezuela no las acepta. En el sur del país, Obando y López, se allanan a la voluntad del general Flores, para forjar con el gran Cauca otro país. En guerra contra el gobierno del general Urdaneta, después del convenio de Apulo, desfilan en Bogotá las tropas  al mando de José Hilario López, de uniforme ecuatoriano como él mismo lo exige. Contagiada de locura la valerosa Cartagena propone ser inglesa y otras regiones sueñan con erigir su propia República, como lo hizo en su constitución la República de Tunja. Es la fatal y delirante tendencia a la dispersión, basta recordar que los antioqueños quisieron constituir  su propia República, hasta que el Urabá amenaza separarse. Y de hecho varias zonas alejadas del país han evolucionado por fuera de la unidad nacional, asentadas en guetos aislados o resguardos indígenas. Esas comunidades en el pasado se vinculan con la Nación por el antagonismo partidista. Y Panamá,  que palpitaba como colombiana, ligada a los dos partidos tradicionales, sucumbe desgarrada por las guerras civiles continentales que arruinan la prosperidad del Istmo, hasta caer en las garras del Imperialismo en expansión.

La ofensiva militar de las  Farc y el volver a  las repúblicas independientes locales hacen parte del intento de constituir la República del Sur, que ofrece la salida al Atlántico al Brasil. Ojo: San Andrés y Providencia no figuran en la agenda de la Corte de La Haya, son  nuestros derechos en el mar Caribe,  zona estratégica rica en petróleo.