ALEJANDRA FIERRO VALBUENA | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Enero de 2013

Equilibrio ambiental

La  noticia que alegró a miles de ecologistas esta semana fue la decisión, anunciada por el Ministro de Ambiente, Juan Gabriel Uribe, y la directora del Instituto Alexander von Humboldt, Brigitte LG Babtiste, de convertir 11.700 hectáreas de área en el Parque Natural Páramo de Santurbán. Sin duda, esta decisión es el inicio de una nueva etapa para Colombia, pues apunta a dar un giro en la concepción de lo que hemos venido entendiendo por progreso. Un país con las condiciones naturales como las de Colombia, se convierte en prometedor si se orienta la producción y el desarrollo a potenciar las riquezas que la tierra ofrece. En el panorama mundial, son pocos los países que contienen tal diversidad ambiental y variedad de recursos. De hecho, esa misma capacidad ambiental es la que ha permitido que, para nuestra desgracia, seamos una potencia mundial en el tráfico de drogas.

La conciencia ambiental ha sido considerada por algunos pensadores contemporáneos, como una de las características de la posmodernidad, entendida ésta como la posibilidad de superar los inalcanzados mitos de la modernidad, entre ellos el del progreso. Frente a los fracasos de los sistemas vigentes, el surgimiento de una nueva sensibilidad -aquí uso la expresión del filósofo Alejandro Llano- apunta a reordenar las prioridades para superar los obstáculos que el ser humano se ha impuesto a sí mismo y de paso, al cosmos en general.

Pero para que este intento ordenador tenga fruto y apunte realmente a resarcir lo que se deterioró con los esquemas modernos es necesario dotar de sentido profundo aquello que los ecologistas han tomado como bandera, muchas veces de modo superficial.

Lo primero que hay que tener claro es que la Ökologie hace referencia al conocimiento del conjunto de bienes y personas (casa, hogar). No se refiere únicamente al conocimiento del medio ambiente, sino que invita sobre todo a comprender cuál es el mejor modo de organizar el entorno que se habita. Desde luego, la ecología solo tiene sentido para aquel ser para el cual es fundamental la comprensión y transformación de las cosas, es decir, para el ser humano. Se trata entonces de encontrar un equilibrio entre la capacidad de transformación del entorno y la preservación de los bienes que garantizan la supervivencia. Por este motivo, erradicar al ser humano del panorama ecológico es la primera concepción que hay que corregir. El ser humano es el único capaz de ecología.

Sí, el parque natural es un primer paso. Pero como todo primer paso debe ser seguido de muchos otros. El proceso supone recorrer un arduo camino y a su vez, explorar un mundo desconocido. El malestar de la población de trabajadores mineros debe ser el siguiente entorno a organizar. Para los ecologistas letrados (y, hay que decirlo, hijos de una mentalidad burguesa) la meta está cumplida. El parque está listo para su recreación y tranquilidad de conciencia. Pero el problema ecológico se incrementa cuando se desequilibran hogares humanos.

Sin duda, la tarea es dispendiosa y compleja, pero ya que se inició con buen pie, vale la pena poner todos los medios, ecológicos, económicos y humanos para buscar el tan anhelado y prometedor equilibrio ambiental.