ALEJANDRA FIERRO VALBUENA, PhD | El Nuevo Siglo
Sábado, 2 de Febrero de 2013

Identidades líquidas

 

El sociólogo Zygmunt Bauman ha introducido la categoría de liquidez para describir el estado de la época contemporánea. Me valgo de dicha figura para comentar algunas de las dinámicas que conforman hoy la búsqueda y afirmación de las identidades. Lo primero que hay que resaltar acerca del concepto de identidad es que se convierte en la gran obsesión de los individuos y los grupos sociales de la modernidad, dado el cambio en las estructuras socio-políticas y la introducción de los ideales de igualdad social y autenticidad individual.

No siempre en la historia se había considerado un objetivo vital la construcción de la identidad, es decir, la definición de aquello que hace a alguien único y especial frente a los demás. Bastaba con reconocerse en la posición y oficio que por tradición le correspondía para poder decir con propiedad quien se era. Desde luego, dentro del oficio y lugar social correspondiente había también algunas metas vitales que exigían una mejora personal, pero nunca vinculadas a la definición de la propia identidad, sino más bien, a la posibilidad de hacer mejor aquello que ya se era.

Para el hombre moderno la identidad se convierte en tarea. La necesidad de autodefinición pasa, ya no por el reconocimiento de aquello dado, sino por la búsqueda de algo novedoso, inédito, que agregue una marca única en la propia existencia y que, se supone, debe otorgar reconocimiento por parte de los otros.

Esta búsqueda de lo auténtico supone una sobrevaloración de algo así como un “yo interior” del cual deben surgir las más novedosas propuestas. La exploración de la interioridad se convierte en el camino a través del cual es posible descubrir tal misterio. El arte y la literatura romántica, por ejemplo, se han encargado de representar los modos y caminos de búsqueda interior. Pero a su vez, han mostrado que el punto de llegada será, en la mayoría de los casos, el vacío. El ser humano está vacío por dentro, si renuncia a las fuentes de sentido que da la relación con la tradición, los otros y la trascendencia.

Sin embargo, este planteamiento ha traído como consecuencia que la búsqueda del yo interior se convierta en un anhelo humano que puede ser explotado por el consumo y la superstición.  No tardó mucho el mundo de la publicidad en aplicar el slogan: “sé tu mismo” para promocionar un producto como garante de hallazgo de autenticidad. A su vez, la multiplicidad de movimientos pseudoespirituales, con ánimo de lucro en el mayor de los casos, pronto comienzan a vender el secreto para encontrar el camino a la autenticidad. Algunos campos artísticos, como el musical, entran también en la dinámica comercial y se convierten en una de las fuentes mas valoradas de búsqueda y construcción de la identidad.

La proliferación de fuentes de identidad es tal, en la era contemporánea, que el fenómeno de la liquidez que describe Bauman, pronto comienza a percibirse como la constante de la búsqueda de la identidad. Para nuestros días, ya no se trata de encontrar quien se es, sino de fluctuar de manera indefinida entre una y otra propuesta, hasta el hastío. Identidades líquidas y efímeras carentes del sentido que busca el ser humano.