Si se escuchan las alertas tempranas se evitan los desastres naturales. Si se escuchan las alertas por el comportamiento de los delegados de la ONU se evitan desastres políticos.
En materia tan delicada para nuestra democracia como el proceso de paz con las Farc, vale la pena ponerle la lupa al video protagonizado por observadores de la Misión de Verificación de la ONU, de fiesta con guerrilleros de las Farc y a la fotografía de otra funcionaria con un niño guerrillero armado. Más allá de la visión simplista que aplaude la camaradería reinante, de quiénes se tapan los ojos para no ver, el episodio permite enfocar los reflectores en los papeles de garante y de veedor, y en la multiplicidad de funciones que se le han confiado a este organismo internacional.
Lo que está en juego es la confianza en unos funcionarios que no se representan a sí mismos, ni a sus creencias ideológicas particulares y que tienen en sus manos la delicada tarea de dirimir eventuales conflictos en las zonas veredales, donde estarán los guerrilleros de las Farc rodeados de población civil. ¿Qué confianza podría tener un campesino sobre la neutralidad de estos funcionarios?
Esta alerta temprana permitirá poner límites, exigir el cumplimiento de las reglas de juego pactadas y no permitir excesos a funcionarios extranjeros con facultades tan neurálgicas para nuestro país. Empoderarnos como ciudadanos vigilantes, para pedir respeto a nuestra soberanía, nos evitará mayores dolores de cabeza. Evitará que el día de mañana se presente este tipo de empatías entre los procesados y los jueces extranjeros de la Jurisdicción Especial para la Paz.
La oficina de Naciones Unidas en Colombia, calificó el episodio de “inapropiado” porque “no refleja los valores de profesionalismo e imparcialidad de la misión”. Es un primer paso para restablecer la confianza. El anuncio de investigar y tomar decisiones es serio.
Ojalá se investigue también a fondo la conducta más que inapropiada de los delegados de la ONU en las conversaciones de La Habana, denunciada por las víctimas de las Farc. Los funcionarios formaron parte fundamental de la estrategia de esconder a las víctimas de este grupo armado, de minimizar su participación. Llegaron a tratar de evitar, en connivencia con las Farc, la participación, en el grupo de víctimas, de exmilitares, secuestros extorsivos y víctimas del Club El Nogal. Uno de los negociadores del Gobierno estuvo a punto de renunciar en varias ocasiones por este motivo. Sería muy benéfico para Colombia que se conocieran las actas de estas reuniones.
Los empleados de las Naciones Unidas fueron colaboradores decisivos de esos intentos para desviar la opinión pública hacia objetivos que exculparan a las Farc y eso, definitivamente, no se compadece con los postulados de su misión.
Entendemos que, pensando más en el renombre de la organización que en estas desafortunadas intervenciones, quedaron en manos de la ONU importantísimas labores de verificación y supervigilancia. De ellas dependen materias tan graves como el buen funcionamiento de las concentraciones en las zonas de verificación, o la neutralización de las armas, cuando tengan a bien entregarlas.
Al verificador se le exigen varias calidades importantes como conocimientos y capacidades pero sobre todo, y muy sobretodo, tienen que ser completamente imparciales.
Por eso suenan tan fuertemente las alertas tempranas que, al parecer, empieza a escuchar también el Gobierno.