ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Diciembre de 2012

Los tratados son para cumplirlos

 

Seguir  hablando sobre la pérdida que hemos tenido de una notable extensión del mar pareciera que no tuviera objeto; nos embarcamos en esa aventura legal con la seguridad de que blindados por el tantas veces mencionado Tratado Esguerra-Bárcenas. Esguerra por el muy distinguido diplomático colombiano Domingo Esguerra quien fuera un jurista internacional de altos quilates y canciller de la República, el pleito estaba resuelto a nuestro favor desde el principio. Íbamos con cartas marcadas por lo cual a alguien entre nosotros le pareció que la demanda de Nicaragua era un chiste. Sí, un chiste que nos resultó bastante caro no solamente por la pérdida del mar que había sido nuestro por lo menos desde 1803 cuando nos fue adjudicado junto con la Costa de Mosquitos que cedimos a Nicaragua en desarrollo del famoso tratado.

Tal como nos lo ha explicado la Ministra de Relaciones Exteriores, los temas de límites deben ser definidos en tratados entre los países y no sometidos a juicios de tribunal alguno. Ese debió ser el argumento que nuestro país ha debido poner de presente ante el Tribunal de La Haya una vez que Nicaragua presentó la solicitud de intervención de la CIJ para definir sus reclamaciones territoriales en frente a Colombia.

Los territorios de América, descubiertos, conquistados y colonizados por España fueron objeto de la rebatiña y acoso de otros países europeos. Particularmente la zona  que fue habitada por  indígenas que entre otras lenguas hablaban el misquito,  en la costa oriental de la actual Nicaragua y un conjunto de islas denominadas actualmente archipiélago de San Andrés y Providencia. Esta costa fue objeto de la codicia de algunos piratas, filibusteros y corsarios los cuales directa o indirectamente contaban con el apoyo de Inglaterra. Este acoso concluyó temporalmente a finales del siglo XVIII como un protectorado inglés luego de la firma de un Tratado de Amistad y Alianza formal con el reino misquito. El retiro británico se formalizó en este mismo período y España reintegró estos territorios y los puso bajo  la jurisdicción de la Capitanía General de Guatemala; sin embargo, en 1803 se incorporaron al Virreinato de la Nueva Granada de la cual formaba parte Colombia. La sombra de Inglaterra siguió campeando como protector del reino misquito. Era y no era territorio independiente hasta cuando a principios del siglo pasado por medio de otro tratado, el protector, Gran Bretaña, reconoció la soberanía de Nicaragua sobre Mosquitia.

Las diferencias entre Colombia y Nicaragua tienen sus raíces en estos episodios. Colombia tenía como suyos la costa de Mosquitos así como el archipiélago, pues así lo dispuso el monarca español a comienzos del siglo XIX. Basados en el principio de que los límites de los países que habían obtenido su independencia eran fijados por la demarcación que tuvieran las antiguas colonias españolas, formaban parte del territorio de Colombia el archipiélago y la costa Mosquitos hasta cuando por medio de otro tratado, el tan mencionado ahora el Esguerra-Bárcenas, Colombia reconoció la soberanía de Nicaragua sobre la costa de Mosquitos y Nicaragua reconoció la soberanía colombiana sobre San Andrés y Providencia.

Armada Colombia con este arsenal de argumentos y de tratados perdió la batalla en La Haya.  Lamentablemente nos metimos en la boca del lobo y esta no tiene devuelta, convencidos  de pacta sunt servanda.