ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Agosto de 2013

Liderazgo necesario para orientar

 

Una de las características de Colombia que les suele agradar a los europeos, por lo menos a algunos amigos suizos, austríacos y alemanes, es que a diferencia de lo que registran los diarios en sus respectivos países, entre nosotros siempre pasa algo.  Se queda uno pensando si es que los medios de comunicación son bastante explícitos aquí y registran los acontecimientos diarios con realismo y los magnifican o que de verdad suceden.  Entonces, dicen los amigos, es muy excitante vivir por estas coordenadas porque la vida es muy animada si se le compara con la de otras latitudes. Tal vez será por eso, que siempre pasan cosas y que estamos acostumbrados a asimilarlas, es que nos dicen que somos de cuero duro, lo que en otros términos, que somos de alta resistencia.

Mal se puede decir que lo que estamos viviendo en las últimas semanas sean eventos cuotidianos de ocurrencia común,  o de verdad están sucediendo cosas serias por no decir graves, en la vida nacional.  No suelo utilizar adjetivos superlativos para describir hechos y trato de ser objetivo cuando de comentarlos se trata. Con respecto al proceso de paz  continúo con optimismos reflexivo;  las noticias que nos llegan de La Habana no han conmovido el optimismo sobre los resultados, pues  todos deseamos que los 50 años de confrontación terminen y podamos vivir en paz. Debo reconocer que las Farc  están muy bien asesoradas en la mesa de conversaciones. No de otra forma se puede explicar el ciudadano que está atento a lo que allá sucede, que el Gobierno esté bailando según la  tonada que  les presentan los alzados en armas. ¿Qué tal la solicitud de la Constituyente que piden?  Mis casi nulos conocimientos  sobre el tema  me indican que existe una diferencia entre una Asamblea  Constituyente que se convoca para reformar la Constitución, y una reunión para reformar algunos artículos de la misma  que no puede ocuparse sino de los asuntos para la cual ha sido convocada. Sería un congreso que se ocuparía de reformar lo reformable. En esa reunión,  eventualmente se pondrían a consideración, por ejemplo, lo de la justicia transaccional y la presencia de los guerrilleros en el Congreso Nacional que acepte la presencia en él de quienes se han levantado en armas, eventualmente creando circunscripciones electorales que los permitan.  Pero de ahí a una reforma total hay una gran diferencia.

Si a esta preocupación se le suma lo del paro agropecuario, que tiene al país al borde de una crisis estimulada y dirigida por las Farc,  se debe concluir que la buena fe con la cual se supone de la cual están haciendo gala los conversadores de La Habana no es precisamente una virtud que se les pueda reconocer.  Si a esto se le agrega la actitud del alcalde Petro con su alcaldada del POT que más que un plan de ordenamiento territorial es una actitud política dirigida a menoscabar teóricamente a los ricos, se le agrega un ingrediente más que contribuye al malestar general.

La situación no es precisamente para reír  sino es una de aquellas  que requiere de un liderazgo nacional para que oriente el mar de malestar hacia soluciones creativas que hagan converger las inquietudes hacia soluciones de carácter nacional.