Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Mayo de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Los últimos serán los primeros

La  internacionalización de la economía mundial, política predicada por el neoliberalismo, está generando un intercambio de comercio e inversiones que está abriendo fronteras y promete alterar el equilibrio, o pudiéramos decir mejor el desequilibrio entre países industrializados y países en vía de desarrollo. Los países del antiguo bloque comunista, los de América Latina y Asia que con tanta euforia se han incorporado con franqueza a la economía de libre mercado.

El viejo esquema de la economía mundial, basado en que los países en desarrollo, exportadores de materias primas a los países desarrollados o industrializados, los cuales a su vez las transformaban incorporándoles mano de obra y tecnología regresaban a los países en desarrollo en forma de manufacturas que eran canceladas con el producto de la venta de las materias primas, es ya cosa del pasado.

La economías de los países que no son los industrializados han sufrido una transformación, derivada de los acuerdos y pactos sobre tarifas aduaneras, como es el incremento notable del sector exportador. Ya se están poniendo en guardia los países del llamado Primer Mundo pues consideran que el éxito o preferible decir, el aumento en el crecimiento de las economías de los países del Tercer Mundo, se está realizando a costa de las economías de los países desarrollados.

La invasión de importaciones de países del Tercer Mundo significa una amenaza para el empleo, dadas las grandes diferencias en remuneración en una y otra economía. Mencionemos a India y a China, en donde los trabajadores reciben salarios de subsistencia mientras que en los países desarrollados los salarios llevan incorporados un bienestar social altamente sofisticado y permiten a quienes los perciben un margen importante para el ahorro y el bienestar suyo y el de su familia.

Pero lo que hace que la tradicional discusión con respecto al costo de la mano de obra cobre especial relevancia en este momento es que el levantamiento de las barreras es aplicable también a la tecnología y a la inversión. Si a ello se agrega que cada día los trabajadores en los países en desarrollo se preparan mejor, se obtiene un panorama distinto y amenazador como lo están considerando políticos y hombres de negocios de los países ricos. En otras palabras, una clase trabajadora ambiciosa y con deseos de aprender y absorber los conocimientos tecnológicos que gracias a la movilidad internacional puede estar a su alcance, significa una amenaza para la clase trabajadora de otras latitudes que tendrá que acomodarse para que su producción se mantenga competitiva.

La preocupación no hace mucho tiempo de los países del Tercer Mundo con respecto al levantamiento de barreras arancelarias, era la de que esta política retardaría y anularía las posibilidades de desarrollo industrial. Este temor a la larga no ha resultado cierto porque la participación del sector exportador en las economías del Tercer Mundo ha estado en franco aumento.

Una de las manifestaciones del imperialismo, frecuentemente citadas por los países socialistas, era la presencia de organizaciones multinacionales que sólo iban a exprimir a países con economías débiles. Ese parece ser ya un planteamiento pasado de moda. La incorporación del socialismo a la economía de mercado es un hecho histórico con el cual hay que contar. Así lo está haciendo China en su sabiduría ancestral.

¿El incremento en la producción de un país se hace necesariamente a expensas de la disminución en otro? Ese es el quid de la discusión. Si un grupo de países se desarrolla, la capacidad de consumo se aumenta lo cual beneficia a todos, es la otra cara de la moneda. Pero lo que está de por medio en economías de mercado es la competencia: el que produzca mejor y más barato, ese se lleva la mayor y mejor tajada.

Naturalmente a la larga habrá quienes ganen más que otros, lo cual generará tensiones políticas. Pero eso mismo será un acicate para que los gobiernos prevengan esas tensiones con medidas que permitan acomodarse a los desafíos que la internacionalización de la economía mundial genera.