Cuenta la mitología griega que Zeus, para vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos -tamaño despropósito, como si estuviera jugando con fuego- le presentó al hermano de éste, Epimeteo, una linda mujer llamada -terrible nombre- Pandora, con quien se casó y como regalo de bodas les dieron una misteriosa caja con manual de instrucciones precisas de no abrirla jamás; pero ella, picada del bicho de la curiosidad, la abrió y de allí salieron al punto todos los males del mundo, ni más ni menos. Cuando atinó en cerrarla, solo quedaba en el fondo un Elpis (el espíritu de la esperanza), el único bien que los dioses habían metido dentro, de donde surgió la expresión “la esperanza es lo último que se pierde”, dato que sólo conocía el maestro Pangloss.
Y si el mítico magnate Alex Saab -cual Alí Babá transportado del Sahara al trópico, conocedor del lugar exacto donde ponen las garzas y donde se encuentra escondida la cueva con los tesoros de los 40 ladrones- guarda alguna esperanza de vivir como don Humberto, en la Calle, y no en una jaula, debe empezar por abrir la caja de todos sus secretos con relación al gigante ogro y tiranuelo que azota valles y montañas, un tal Maduro, con las Farc (culebra que sigue viva), Piedad Córdoba, Petro y con las dictaduras de Cuba, Rusia, China, Irán y Turquía.
Los Pandora Papers parecen ser juego de niños al lado de la Pandora Cage - la mera, mera- que habrá de destaparse y pondrá los puntos sobre las íes de la tiranía venezolana; el pool de abogados de Saab, liderado por el cuestionado togado Baltazar Garzón -con nombre de Rey Mago- están con los “camellos de punta”, creyendo que iban a retenerlo en Cabo Verde al cabo de largos años de impugnaciones, apelaciones, querellas… artimañas para dilatar el proceso de manera indefinida hasta que lo fletaran clandestinamente de regreso a Caracas o lo embarcaran hacia Moscú, Teherán, Estambul o Kabul, donde llegaría con sus alforjas llenas de oro, plata y perlas preciosas, para seguir financiando la construcción del palacete donde se iría a vivir, huyendo, el tiranuelo de marras. Pero ha trascendido que la nueva esposa de Saab, la modelo italiana Camila Fabri y sus dos hijas han sido secuestradas por el régimen de Caracas y ello le suma más drama a lo que podría terminar en tragedia política y familiar.
El señor Alí Babab, puesto entre la espada y la Tapia, va a tener que usar sus dotes y pasaporte diplomático exprés para sortear la marea picada, o tomar cianuro en su Führerbunker, como Hitler, al ver que su imperio del mal se le desmoronaba encima. En Estados Unidos no será tan Bienvenido, como Granda, pero sí tendrá que cantar a mares…
Post- it. El Hermano Francisco exige la liberación de las patentes de las vacunas covid, pero también debería pedir, poniéndole más rostro humano a su llamado y sin salirse del extremo centro, la liberación inmediata de todos los presos políticos encerrados en las mazmorras de las dictaduras del mundo.