Amylkar Acosta M. | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Diciembre de 2015

UNA GRAVE SITUACIÓN

S.O.S por La Guajira

“Se requieren medidas sostenibles en el tiempo”

 

En lo que va corrido de este mes La Guajira ha recibido dos noticias que la trascienden, una buena y otra mala, muy mala. La primera de ellas, la declaratoria por parte de la Unesco del Vallenato, que es su música vernácula, como Patrimonio inmaterial de la humanidad, como una “acción para preservarlo para siempre” y la otra, infausta, el pronunciamiento de la CIDH decretando unas medidas cautelares tendientes a “preservar la vida y la integridad” de niños y adolescentes en los municipios de Riohacha, Uribia, Manaure y Maicao, amenazados por el flagelo del hambre y la desnutrición.

 

En efecto, en respuesta a la demanda interpuesta ante la Unesco por parte de Javier Rojas, representante de la Asociación de autoridades indígenas Wayüu y la abogada Carolina Sáchica, la misma esgrime como sustentación de dichas medidas la “gravedad y urgencia de la situación”, que pone en “riesgo de salud por desnutrición y por la falta de agua” a la población infantil en la región. Sustenta, además, su determinación en el hecho que, según sus cifras, en los últimos ocho años han perecido 4.700 niños de la comunidad Wayüu en La Guajira atribuible a causas asociadas con la desnutrición. Según Sáchica, esta es “una luz de esperanza para el pueblo Wayüu, frente al abandono en el que están”.

 

La verdad sea dicha, Colombia es el país de las desigualdades, no sólo en ingresos y oportunidades, sino también interregionales e intrarregionales, con unas enormes e irritantes brechas. Una de las metas del Milenio que Colombia no alcanzó y que ahora se reitera en los Objetivos del Desarrollo Sostenible es la de la erradicación de la desnutrición infantil. La realidad que se delata en el proveído de la CIDH y las circunstancias que la rodean no son una novedad; duele decirlo y reconocerlo pero son, además de incontrastables, inveterados.

 

En un estudio realizado por Karina Acosta Ordóñez para el Banco de la República se pudo establecer que La Guajira en la región Caribe y el Vaupés tienen alrededor de una tercera parte de niños en edad escolar que sufren de desnutrición. Pero, además, se pudo verificar que cuando se excluye a la población indígena “los niveles de desnutrición se reducen en algo más del 50%”, lo cual pone de manifiesto que es este el segmento poblacional más afectado por esta lacra social.

 

Esta situación es intolerable y amerita correctivos prontos y eficaces para evitar males mayores.

Valga decir que son múltiples las circunstancias que han llevado a tan lamentable situación, destacándose entre ellas el abandono secular por parte del Estado, que sólo recientemente se ha apercibido de ella y ha venido tomando medidas que, aunque bien intencionadas, resultan insuficientes para encarar esta tragedia humanitaria. Se requiere, para dar cumplimiento a las medidas cautelares dispuestas por la CIDH, que el Gobierno tome medidas de mayor contundencia y, sobre todo, que sean sostenibles en el tiempo.

 

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