AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 14 de Noviembre de 2012

Sumando peras con manzanas

 

Al abordar el análisis del presupuesto aprobado para la vigencia 2003 por parte del Congreso de la República, aforado en $ 185.5 billones, hay que tener en cuenta las rigideces estructurales de la presupuestación del gasto público, pues más del 85% del monto del presupuesto está predeterminado por un manojo de normas que compartimentan el gasto. La gran paradoja es que el Constituyente de 1991 estableció la expresa prohibición de rentas con destinación específica (CN, artículo 359), excepción hecha del gasto social. Según un estudio del FMI, Colombia es el país de la región con el mayor porcentaje de gastos predeterminados.

Con alguna razón el Gobierno llama la atención sobre el hecho  de que este “es un presupuesto donde aumenta más la inversión que los gastos de funcionamiento”, puesto que mientras la primera se incrementa el 16%, los segundos sólo crecen el 8% con respecto al presupuesto de la vigencia de 2012. Hace énfasis el Presidente Santos en que la “inversión de 43 billones de pesos el año entrante “es la más grande que jamás haya conocido el país”. Pero esta última cifra la tenemos que recibir con beneficio de inventario y es preciso hurgarla para poderla dimensionar en su justa proporción.

Al desglosar este rubro, como dice el exdirector del DNP Andrés Escobar, “en un aparte no tan publicitado del presupuesto presentado al Congreso está la cifra depurada de inversión, la cual asciende el próximo año a 2.9% del PIB o cerca de $ 20.5 billones, número que dista bastante de los casi 41 billones que se han anunciado”.

Dicho de otra manera, al sumar peras con manzanas se está magnificando el monto destinado a la “inversión”, cuando la cifra depurada del mismo apenas sí es equivalente al monto destinado a la inversión en el presupuesto de 2012, ¡es decir, con un crecimiento de cero pollito! Este, entonces, no será el presupuesto “de las inversiones tan importantes que se van a hacer en infraestructura y transporte”, como lo anunció el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, y tampoco será “un presupuesto por la superación del atraso en materia de infraestructura”.

A ello súmele la ineficiencia que ha mostrado este Gobierno en materia de ejecución, de tal suerte que la apropiación del recurso no siempre se traduce en ejecución de las obras previstas en el Plan de inversiones. ¡Vea, pues!

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