AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Enero de 2013

¿Alivio para quién?
Lo más grave de la desaceleración de la economía es que esta ha impactado fuertemente a la actividad industrial, agobiada como ha estado por los deletéreos efectos de la enfermedad holandesa, mientras las autoridades económicas siguen hablando de la amenaza de la misma y por ello mismo se han mostrado renuentes a tomar medidas prontas y eficaces, no para conjurarla sino para contrarrestarla.
Las cifras son aterradoras: la producción industrial creció a duras penas el 1.2% en el mes de octubre en contraste con el crecimiento del 3.8% el mismo mes del año anterior; sólo 21 de los 48 subsectores, según el DANE, registraron incremento de la producción. En los últimos 12 meses la producción industrial creció un lánguido 1.3% frente al 4.9% de un año atrás.
Esta baja en el ritmo del crecimiento del sector industrial lógicamente se refleja en la baja absorción de mano de obra; ello explica que el empleo en el sector industrial tuvo una disminución y en octubre pasó de crecer 1.7% a sólo 0.2% y en los primeros 10 meses de este año pasó de crecer del 1.4% a 1.2%. Tal situación la quiere utilizar el director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, como muletilla para defender la reforma, aduciendo que “ese 13.5% que les va a bajar la carga laboral a las empresas aliviará la situación de sectores que han estado afectados como la manufactura y el agro, entre otros”. Ello son solo paliativos, pero no la tabla de salvación.
La pregunta que queda en el aire es hasta dónde dicho “alivio”, que le va a representar a las empresas los menores costos laborales merced a la eliminación de los parafiscales para el SENA y el ICBF y la cotización al SGSSS, les va a servir de salvavidas. Lo único que puede contribuir a generar empleo es el mayor crecimiento de la economía, particularmente del postrado sector industrial y ello no será posible mientras no se tenga una política industrial clara y definida de apoyo al sector por parte del Estado, la cual se echa de menos. Ningún “alivio” le servirá mientras no se frene la revaluación del peso frente al dólar, mientras no se superen los cuellos de botella en materia de infraestructura y logística y no se meta en cintura al sector financiero.
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