AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Febrero de 2012

El boom exportador

Es un hecho que en el 2011 las exportaciones colombianas se dispararon, batiendo todos los récord. En efecto entre enero y noviembre el valor de las exportaciones creció un significativo 42.3% al pasar de US$ 35.974 millones durante el mismo período en 2010 a US$ 51.179 millones. Vale la pena precisar que más de la mitad de dicho crecimiento es atribuible a los mejores precios; entre tanto, en términos de volumen se limitó al modesto15.9%.
Según las proyecciones del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT) al final del año se llegaría a los US$ 54.000 millones, el doble de las ventas al exterior en 2006, se estarían quintuplicando las exportaciones del 2002. De lograrse esta meta se estaría superando la que se impuso el Gobierno en el Plan de Desarrollo Prosperidad para todos, pero para el 2014 (¡!).
La euforia del titular del MCIT Sergio Diazgranados por este resultado lo llevó a afirmar que “vamos a cerrar este año en US$ 56.000 millones en el caso de bienes y en más de US$ 5.000 millones por servicios. Opino que vamos a tener un récord de US$ 61.000 millones”. Fue más lejos, al afirmar que “nuestra meta es ser la tercera economía latinoamericana en 2014 e ingresar en la OCDE después de México y Brasil”.
No obstante, al desagregar las exportaciones nos encontramos con que mientras el crecimiento de las exportaciones tradicionales fue del 56%, el crecimiento de las no tradicionales fue mucho más moderado, el 18.2%. En su conjunto las exportaciones tradicionales representaron el 70 por ciento. Es decir, que el grueso de las exportaciones son productos básicos, materias primas en bruto, carentes de valor agregado. Y no es para menos, dado el creciente fenómeno de la reprimarización de la economía, que se ha convertido en el denominador común de los países de Latinoamérica.
Esta circunstancia hace muy vulnerable la economía del país, dada su enorme dependencia con respecto a las exportaciones de materia primas y estas tan expuestas a las oscilaciones tanto de los precios como de la demanda de los productos básicos. De allí la acotación de Michael Reid, editor para las Américas de The Economist, en el sentido que “el gran interrogante es si este gran ciclo de las materias primas, como lo llaman algunos, está llegando a su fin”, lo cual es muy preocupante.
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