Amylkar D. Acosta M. | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Febrero de 2016

PERSPECTIVAS Y RETOS

Hacia un país de altos ingresos

EN EL reciente foro realizado por Semana el Presidente del BID, Luis Alberto Moreno, presentó el libro contentivo de la Estrategia del Banco Interamericano de Desarrollo para Colombia, el cual lleva por título Colombia: hacia un país de altos ingresos con movilidad social. Allí se plantea que así como hace 20 años Colombia pudo dar el paso de ser un país catalogado como de ingreso bajo a otro de ingreso medio, había llegado la hora de dar el salto para convertirse hacia el 2030 en un país de ingresos altos. Esto es, pasar de un ingreso per cápita como el que exhibe hoy, de US $12.000, a US $30.000, equiparándose con los países del sur de Europa. Para alcanzar tan ambiciosa como retadora meta se asume que el crecimiento sostenido del PIB deberá ser del 6% anual durante los próximos 15 años, en momentos en los que la economía colombiana pasa por una desaceleración persistente.

 

Se plantea que para alcanzar ese ritmo de crecimiento, el mismo que nos impusimos sin alcanzarlo en la Visión Colombia 2019, la inversión pública habría de pasar del 3.5% del PIB actual al 7% del mismo. Se trata, ni más ni menos, de  duplicar el peso de la inversión pública en el PIB, elevándola de los $20 billones por año a más de $53 billones (¡!). Y ello, en momentos en los cuales los ingresos del Estado vienen de capa caída y no se avizora un repunte de los mismos en el corto plazo. Basta señalar lo que ha significado la caída de la renta petrolera para el fisco, que pasó de representar el 20% de los ingresos del Gobierno y hoy escasamente alcanza el 0.5. Una caída de más de $20 billones en sólo tres años, que no será fácil suplir.

 

Para arbitrar los recursos con miras a alcanzar esta ímproba empresa se dice que “esta agenda de crecimiento demandará además un pacto fiscal para conseguir mayores recursos tributarios”. Se trataría de elevar la presión fiscal de alrededor de los 17 puntos del PIB que registra actualmente hasta los 23 puntos en un lapso de siete años, para así aproximarse al promedio de Latinoamérica. Esta propuesta atiza el debate en torno a la pertinencia y la conveniencia de la tan publicitada como desconocida reforma tributaria estructural.

 

La calificadora de riesgo Standard & Poor´s (S&P), al recortar la perspectiva de la nota de la deuda soberana de Colombia de “estable” a “negativa”, manifestó que “el país está viviendo con un nivel de ingresos que en este momento no tiene”.  Por ello, en respuesta a S&P manifestó que “hemos anticipado las medidas que debemos tomar y que tomaremos con firmeza y decisión, para afrontar los retos externos que causaron la revisión de Standard & Poor´s”. Estas contemplan, además del recorte presupuestal, el trámite de la anunciada reforma tributaria “estructural”, que ya está cantada.

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