La formación educativa tiene sus diferentes etapas. La llamada en alemán Kindergarten, es el inicio del niño a su incorporación a la vida en común. Los primeros días suelen ser de intenso sufrimiento, pues por primera vez en su vida en forma sistemática se aparta de su núcleo familiar, el cual no lo separa de su madre. Las personas encargadas de los jardines, para usar la expresión nuestra, suelen ser siempre del sexo femenino para no hacer traumática la separación de la mamá. Es una corta etapa muy importante en la formación en la cual se cree que no se aprende cosa alguna; por el contrario el trato con sus maestras así como con sus compañeros, los prepara para lo que a continuación se tiene que vivir como es la primaria. Ahí no se acaba el juego pero comienza el contacto con los libros, hay exámenes y se aprueba o no se aprueba el curso, aunque teorías actuales dicen que ningún niño debe ser reprobado.
Se comienza el bachillerato durante el cual se pone la cosa más seria para el alumno. Se debe esforzar, trabajar, estudiar, practicar los deportes y también divertirse. Ya han transcurrido unos doce años si no ha sucedido traspié alguno. De todas maneras queda el alumno apto, por lo menos de acuerdo a lo que le han enseñado, para presentarse a ingresar en la universidad. Estas etapas dejan en el alumno que las ha seguido no solamente el fruto de las enseñanzas recibidas, sino recuerdos imborrables de sus compañeros, de sus profesores y de lo que aprendió no se apartan de sus experiencias vitales.
Acaba de cumplir noventa y cinco años de existencia el Colegio Alemán fundado en 1922, hoy llamado Colegio Andino. Es el colegio bicultural más antiguo que existe en Bogotá y tal vez en el país si se excluye el Colegio Alemán de Barranquilla. En esta larga historia de noventa y cinco años han sucedido muchas cosas, como por ejemplo su clausura en 1941 a raíz de la figura a la cual acudió Colombia para en cierta manera estar con los aliados como fue declararle a Alemania el estado de beligerancia. No le declaramos la guerra, afortunadamente. Alumnos y profesores se dispersaron; los primeros encontraron generosa hospitalidad en los mejores colegios de la ciudad, y los profesores algunos regresaron a su patria y otros se quedaron en Colombia. Pasada la guerra los profesores que se quedaron reiniciaron en forma muy precaria pero con una gran dedicación y vocación la enseñanza para niños alemanes y colombianos que sabiendo de las fortalezas de los métodos ya conocidos del colegio clausurado, regresaron a sus lares. Se creó entonces el Andino, tan conocido y apreciado por padres y alumnos.
La conmemoración de los noventa y cinco años de existencia, en los magníficos predios escolares que hoy ocupa, fue un acto severo lleno de emociones. Quienes tenemos la suerte de contarnos entre sus exalumnos tuvimos la ocasión de revivir el orgullo y la emoción por haber visitado sus bancas escolares y esperar la conmemoración del primer siglo.