Querido niño Dios:
Hoy en estas líneas y con la dispensa de los lectores, me permitiré pecar por ingenua y hasta por elemental, pero es que llegó diciembre con su alegría y todo se vale.
Esta navidad decido escribirte cómo hace décadas no lo hacía. Lo hago intentando emular la ilusión y hasta inocencia con las que mis hijas y miles de niños en este país te escribieron hace un par de semanas para pedirte los regalos que querían el próximo 24. Lo hago también con esa fe que siempre se despierta por estas épocas.
Al igual que mis niñas, y entendiendo que el espacio de la columna me limita, quisiera iniciar con unas frases de agradecimiento por todo lo bueno que cada día mi familia y yo recibimos de ti. Por la salud, el amor, los amigos, los aprendizajes, la buena fortuna. También por las experiencias no tan buenas que hacen que uno crezca y que nos enseñan a valorar las cosas importantes de la vida. Por los momentos amargos que al final terminan haciéndonos más fuertes y por los desafíos que nos mantienen combatientes y vivos.
Habiendo dicho eso, y como diría mi hija mayor, ahora sí “pasemos a lo interesante porque, aunque varias veces me equivoqué, yo también me he portado muy bien”. Mi lista de regalos de esta carta, la concentré en lo que quisiera para Colombia, para este país que tanto me ha dado y por el que mis padres y abuelos me inculcaron un amor y respeto inmenso que, y eso si por mérito propio, he querido y sabido honrar y transmitirlo a mi prole.
Quisiera Niño Jesús, que en el 2025 empezara a cesar esta horrible noche en la que vivimos desde hace algo más de dos años. Que todos los colombianos que queremos este país tuviéramos la fuerza y el talante para defender nuestra democracia y libertad con la vida misma. Que la determinación y la coherencia sean características que sepamos buscar y valorar en un líder y que nuestro apoyo de cara al 2026 se dé en consonancia. Que no nos descrestemos con las luces de los flashes, ni nos aturdamos con los likes, sino que busquemos líderes que estén a la altura de la esperanza que depositamos en ellos. Que, como bien lo decía Álvaro Gómez, logremos ponernos de acuerdo en lo fundamental.
Que quienes ejercen justicia en Colombia enaltezcan su labor honrando la Constitución y su independencia en lugar de servir a intereses políticos y a subjetividades basadas en animadversiones o enamoramientos personales, que tanto daño nos hacen a todos. Que haya menos mentiras que se vuelven verdad de tanto repetirlas de forma irresponsable, y más verdades que afloren y que dejen al descubierto a los mentirosos que nos engañan.
Que el dolor y la intimidación no sigan siendo la constante en gran parte de nuestros territorios. Que sean los bandidos los que vivan con temor y detrás de las rejas, y que los ciudadanos de bien podamos recorrer este país libres y sintiéndonos seguros. Que no haya un delincuente más al que se le ponderen sus aberrantes actos como símbolos nacionales y que no nos permitamos callar frente a estos abusos grotescos de quienes hoy ostentan el poder.
Que tu tocayo, no siga “haciendo milagros en el Congreso” y que los congresistas se confiesen con más frecuencia y espíen sus culpas con garantía de no repetición. Que todas esas reformas que se han hecho a punta de deformar conciencias, no logren reformar lo que hasta hoy bastante bien funciona. Que la familia presidencial viaje más (por allá hacen menos daño) y mientan menos. Que haya más Santos buenos y menos nobeles que mancillan legados de quienes confiaron en ellos. Que los principios se mantengan firmes y lo bueno siga siendo bueno, y lo malo se castigue.
Que no volvamos a caer en la trampa de los populismos revanchistas. Que los empresarios sepan que la resistencia democrática los necesita firmes y sin titubeos. Que el resentimiento no nuble el juicio a tantos. Que cada día se genere más riqueza, y que el gobierno entienda que no es persiguiendo a los ricos como se acaba con la pobreza. Que resistamos y que, en poco tiempo, este gobierno solo sea uno de nuestros peores recuerdos y que la política del amor viva, pero bien lejos…