En un país en donde son muy altos los índices de evasión y elusión tributarias, acudir a campañas para incentivar el pago de impuestos atrasados resulta ser una buena herramienta, no solo porque por dicha vía se recuperan dineros que deben servir para financiar planes de inversión social de beneficio general, sino porque se les da la oportunidad a los morosos de ponerse al día con sus obligaciones y evitar una gran cantidad de problemas y sobrecostos.
Lo importante, en todo caso, es que estas campañas sean equilibradas. De un lado, en modo alguno pueden llegar a generar un incentivo perverso en el sentido de que sea más rentable para el bolsillo de los contribuyentes colgarse en el pago de los impuestos, que cancelarlos a tiempo. Siempre el beneficio mayor, sobre todo en descuentos por pronto pago, debe dirigirse a los ciudadanos más cumplidos.
De otra parte, los alivios tributarios deben ser lo suficientemente atractivos para que lleven a los morosos a convencerse de aprovechar la oportunidad de ponerse al día y cumplir los mandamientos legales al respecto.
En ese orden de ideas, debe destacarse lo ocurrido en la capital del país con esta herramienta activada en los últimos cinco meses, no solo porque permitió recuperar 362 mil millones de pesos, sino porque dicho recaudo se logró a través de los 254.430 acuerdos de pago registrados ante la Secretaría de Hacienda.
Muchas de esas moras tributarias se produjeron en épocas de la crisis pandémica, especialmente en lo relativo al impuesto predial, que concentró, según la secretaria Ana María Cadena, la mayor parte del recaudo, con $233.236 millones. También fue clave que más de 254 mil personas naturales y jurídicas pudieron ponerse al día con la ciudad. Es un ejemplo que deben analizar otras capitales y municipios con el fin de replicarlo en sus respectivas jurisdicciones.