ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Junio de 2014

JUEGO DEMOCRÁTICO

No da lo mismo

Antes de la primera vuelta, y ante la aparente reducción de la contienda electoral al polarizado enfrentamiento entre el candidato-presidente Juan Manuel Santos y el nuevo ungido del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, muchos ciudadanos quisieron reivindicar la existencia de otras opciones: las que dignamente representaron Marta Lucía Ramírez y Clara López, e incluso Enrique Peñalosa (no obstante su lamentable desempeño como candidato).  Lo hicieron en las redes sociales, por ejemplo, con la etiqueta “#NiSantos_NiZuluaga”.

No obstante, como consecuencia del juego democrático, la segunda vuelta pone a los ciudadanos a decidir entre el uno y el otro.  El 15 de junio será “#OSantos_OZuluaga”, aunque algunos resuelvan no salir a votar y otros prefieran votar en blanco. En favor de los primeros, hay que reconocer que siempre habrá una buena excusa para quedarse en casa.  En cuanto a las razones que esgrimen los segundos, sin embargo, hay que insistir, hasta la saciedad, en que dadas las circunstancias que vive el país actualmente, ni la coherencia ética ni el simbolismo político exoneran a nadie del verdadero imperativo moral de tomar partido entre una paz posible (aunque imperfecta, insatisfactoria y llena de riesgos) y la fantasía del negacionismo y la victoria militar (por más que hoy intente camuflarse y suavizar el tono de su anúteba).

Aunque se parezcan en muchas cosas, Santos y Zuluaga no son lo mismo. No lo son, por ejemplo, en materia de política exterior.  Con todos sus defectos (y a pesar de su calamitoso manejo del fallo de la Corte Internacional de Justicia, y de otras desviaciones non sanctas del derecho internacional), hay que reconocerle a Santos el mérito de haber normalizado relaciones con los vecinos, reinsertar a Colombia en el concierto regional y haber apostado por una paulatina transformación del estatus internacional del país (a veces con una ambición desproporcionada y con un discurso lleno de contradicciones).  ¿Qué esperar de un gobierno eventual de Zuluaga? Un manejo aún más torpe y absurdo del asunto con Nicaragua, incluyendo un paseo en fragata al meridiano 82 y una “consulta popular” sobre si se cumple o no la sentencia de La Haya.  Un retorno a la confrontación con Venezuela y al enrarecimiento de la relación con los vecinos, sin derivar ningún provecho de ello para nadie.  Un alejamiento más radical del derecho internacional (en materia de DIH y DD.HH, especialmente).

Santos y Zuluaga no son iguales.  Ni da lo mismo votar por cualquiera.  Tampoco en materia de política exterior.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales