Andrés Molano Rojas* | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Noviembre de 2014

OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS

Los indispensables

Micah  Zenko, miembro del Council on Foreign Relations -un importante centro de pensamiento sobre temas internacionales y de política exterior de EE.UU.- ha publicado recientemente una nota en la revista Foreign Policy, en la cual cuestiona uno de los tópicos más famosos y socorridos del discurso de líderes y funcionarios estadounidenses sobre el papel de su país en la escena global: el de la “nación indispensable”.

Sus orígenes se remontan a la inmediata Posguerra Fría, cuando estrategas y académicos intentaban imaginar cómo sería el porvenir tras el colapso soviético, el fin de la bipolaridad, y el triunfo aparentemente incontestable del liberalismo político y económico (el “fin de la historia”según Fukuyama), indisociable además de la primacía estadounidense y de la universalización de sus valores en un mundo “aplanado” (según una metáfora posterior de Thomas Friedman) por la globalización.

 En 1998, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, consagró formalmente el mito al afirmar, a propósito de las tensas relaciones con Saddam Hussein: “Si tenemos que usar la fuerza, es porque somos América; somos la nación indispensable. Miramos desde lo alto y vemos más lejos que otros países en el futuro”. Desde entonces, la idea no ha dejado de figurar en la retórica al uso de la Casa Blanca -e incluso de quienes la critican por no llevarla a la práctica con mayor contundencia-.

A juicio de Zenko, “el mundo no necesita de los EE.UU. tanto como nos gusta pensar que lo hace”.  La verdad, sin embargo, es que ante las crisis y coyunturas más apremiantes, el mundo sigue esperando que Washington haga algo. Cuando hay que resolver un problema o enfrentar una amenaza, el teléfono que suena es el de Obama (no el de Putin, Xi Jinping, Modi o el de Zuma o Rousseff… tampoco el de Merkel o Cameron, ni mucho menos el de Federica Mogherini, la debutante Alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad).

Y aun así sería un error creer que, por indispensables, los EE.UU. son suficientes.  La solución de los grandes problemas implica su involucramiento, pero para ser efectiva requiere extenderse como una red que conecta diversos nodos a lo largo y ancho del mundo. Parece ser el signo de los tiempos actuales: muchos son los actores indispensables, ninguno es por sí sólo suficiente.  En semejante escenario hay tantas oportunidades como desafíos.  Para la muestra, la carta enviada por Obama al ayatolá Khamenei, y la acalorada polémica que ha suscitado entre quienes se niegan a entenderlo.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales