Andrés Molano-Rojas* | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Diciembre de 2015

Pandora en Venezuela

“Como el mito, al final solo queda la esperanza”

Cuenta  el mito que a Pandora los dioses la adornaron con todos los dones.  Pero al mismo tiempo, Zeus ordenó infundirle un ánimo voluble y caprichoso, y revestirla de un enorme talento para el engaño y la manipulación.  Presa de la curiosidad y víctima de su incontinencia, destapó un ánfora de la que escaparon todos los males, que rápidamente plagaron la tierra.  Según Hesíodo, el recipiente se cerró justo antes de que escapara la esperanza.

El mito griego describe bien la encrucijada histórica en que se encuentra Venezuela.  Dotada con una de las mayores reservas de petróleo del mundo, parece haber desaprovechado escandalosamente la histórica bonanza que experimentó el mercado del crudo durante la primera década y media del siglo.  Apostando por las falsas promesas de un modelo insostenible, su economía naufraga hoy en medio del desabastecimiento, la hiperinflación, la escasez de divisas, el déficit y el endeudamiento.  Lo que el régimen presenta como grandes logros sociales encubre en realidad una inmensa masa de personas que dependen del asistencialismo estatal, ya sea en forma de misiones o de subsidios.  La disminución de la pobreza no ha sido resultado de la generación de nueva riqueza, y por eso amplias capas de la población siguen siendo vulnerables. 

Como muchos proyectos revolucionarios, el chavismo ha polarizado la opinión inventado enemigos internos y conspiraciones externas, fusionado al Estado con el partido, y convertido la excepcionalidad en regla permanente, erosionando sustancialmente la institucionalidad democrática y las libertades individuales.  Un entorno regional favorable (debido al alineamiento ideológico o a restricciones derivadas de intereses nacionales) y el clientelismo petrolero, además de la inspiración proveniente de La Habana, le dieron un amplio margen de maniobra que supo usufructuar hábilmente.

Nada de esto habría ocurrido sin la pérdida de legitimidad de la clase política, la frustración provocada por el mal gobierno, la falta de perspectiva de la oposición y su tendencia a la fragmentación y al canibalismo.  Sobre los demócratas venezolanos recae una responsabilidad de la que no los exoneran los abusos del régimen, y de la que tienen la obligación moral de redimirse.

La jornada de hoy bien podría marcar un punto de inflexión en el proceso político venezolano.  El chavismo exhibe una desesperación y un desconcierto sin precedentes.  Es peligroso: el miedo es mal consejero de los poderosos.  Estas elecciones parlamentarias podrían acabar abriendo otra vez la caja de Pandora.  Como en el mito, al final sólo queda la esperanza de que los demócratas estén, como nunca antes, a la altura de las circunstancias. 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales