Consumir marihuana no es recreativo, es adictivo. La marihuana es un antivalor que penetró en la gente para quedarse, al punto que en algunos países del mundo la han aprobado y es de venta y consumo libre. Colombia va por ese camino, ya se ha aprobado en el Congreso dos de los ocho debates reglamentarios que requiere por ser un asunto de reforma constitucional. Lo mas probable es que se de esta aprobación, pues se trata de apoyar un proyecto de corte ideológico del actual gobierno, que es prodigo en los antivalores.
El cannabis es una planta silvestre originaria del Himalaya que se ha tecnificado en su cultivo en tierras tropicales, en especial la variedad sativa que es la que contiene mas cannabinoides, otras variedades con menores proporciones adictivas, han sido utilizadas como cáñamo en fibras textiles, así como también sus semillas para la fabricación de pomadas y aceites con fines medicinales de gran utilidad, especialmente en Asia y últimamente en el mundo occidental se ha autorizado su cultivo con este propósito, siendo de gran aporte a la salud. Pero mas allá de esos fines constructivos, está el destructivo, que es el consumo humano, lo cual es altamente adictivo. Quien consume marihuana es un marihuanero, persona que ha perdido el respeto por su propia dignidad y cuerpo.
El marihuanero es un adicto, así lleve muchos años consumiendo para alterar su psiquis y sentir efectos que alteren su personalidad. El asiduo consumo de marihuana modifica el funcionamiento normal del cerebro y al depender de sus efectos producidos por el TSH (tetrahidrocanabinol), entonces la persona obra en concordancia a lo que esa sustancia le produce en su comportamiento y deja de actuar de manera natural, convirtiéndose en un dependiente irrestricto, así la persona esté convencida de su capacidad de control, el vicio lo domina.
Conozco personas que se han enviciado a la marihuana, muy pocas han podido superar ese vicio, pero les ha quedado secuelas profundas en su cuerpo y alma. Muchas de ellas me han contado sus experiencias, de como se iniciaron, lo que sentían cuando consumían y cómo su cuerpo y mente les exigían mas y mas. Muchos de ellos terminaron en la calle mendigando y viviendo en las aceras, atrapados por el vicio, casi todos pasaron a otras drogas mas fuertes, habiendo sido la marihuana la puerta de entrada a su drogadicción.
La marihuana es un vicio, un antivalor para la sociedad, legalizarla es una afrenta a la dignidad de un país y su gente, es aventarlos a la dependencia por incapacidad de control del Estado o permisión, donde los antivalores predominen para lucrarse del negocio de manera legal, quitándoselo a las mafias por no ser capaces de controlar ese delito, por lo tanto es mas fácil legalizarlo que proteger a la juventud de ese veneno que acaba con la salud física, mental y espiritual, acaba con la familia y el bolsillo. Nada mas esclavizante y mortificante en una familia que tener un ser querido marihuanero.
¡Aprobar la marihuana es el peor daño que se le haga a Colombia!