Hay una pregunta que nadie se hace: ¿cuántos años habrían tardado Ejército, Policía, Das, Sijín y demás cuerpos del Estado, para incautar las casi 8.000 armas que las Farc han entregado, hasta ahora? Difícil respuesta para los enemigos de la paz, para los que siguen añorando la guerra, los falsos positivos, los desplazamientos, el despojo de las tierras de nuestros campesinos, para los que han hecho de la guerra un lucrativo negocio político, económico y social.
Y cuántos años más para recibir las que aún faltan y las que se encuentran en las 949 caletas que los guerrilleros dejarán en poder de las Naciones Unidas.
Los odiados -por el uribismo- acuerdos de La Habana han hecho ese milagro en tiempo record, sin movilización armada, sin un solo disparo, sin un muerto, sin un herido, sin sufrimiento alguno.
Y qué decir de la fuerza ofensiva del armamento: lanzacohetes antitanques y antiaéreos, lanzagranadas, fusiles .50 antiblindaje y, en general armas que mucho daño hubieran ocasionado a nuestra población, a nuestras fuerzas del orden, a los mismos enemigos de la paz.
Ese armamento, como hemos podido observar en fotos y videos captados por los periodistas de los más diversos medios de comunicación, no del gobierno, ni de las fuerzas armadas, son reales y en perfecto estado. Estas imágenes nos traen a la memoria las entregas de armas por parte de los paramilitares, durante el anterior gobierno…
La lucha en los campos y en las ciudades ha cesado, pero se ha trasladado a los cocteles, a los almuerzos, a las reuniones sociales y políticas, a ciertas bancadas y medios de comunicación y a las redes sociales.
En esos corrillos se trabaja día y noche, por desconocer lo que representa un país con una paz en marcha, con unas autoridades que sin desmayo la trabajan, un gobierno decidido a consolidarla y una sociedad que ya la siente, la respalda y se solidariza con ella.
Son muchos los tontos que a diario se repiten: “¿Entregarán todas las armas? las “far” no cumplen…” y siguen hablando de sapos para tragar. No se pasean por el Hospital Militar, en donde no hay un solo herido en combate.
Miremos con honradez que este país cambió. Y que las armas de hoy, son armas para la paz.
BLANCO: Alan Jara desenmascaró, junto con el colega Juan Gossaín, los carteles de las falsas víctimas creados por fundaciones y deshonestos grupos sociales.
NEGRO: El fantasma de la aspersión en que nos quieren volver a meter.
gabrielortiz10@hotmail.com