Las multitudinarias manifestaciones ciudadanas del pasado sábado, en medio del luto nacional por la tragedia de Mocoa, son un contundente reclamo del pueblo colombiano frente a la violación de sus derechos constitucionales por parte del Gobierno Nacional. Los colombianos nos hemos manifestado pacífica y democráticamente, enviando un claro mensaje, en contra de las arbitrarias e ilegales modificaciones al orden constitucional vigente.
La altísima impopularidad del Presidente Santos y su Gobierno, la desaprobación de su gestión como mandatario, el descontento generalizado de la población con la situación que atraviesa el país, no solo se ve en las encuestas, el sábado se vivió en las calles. El pesimismo que sienten los ciudadanos, no corresponde a una mala intención con el país, como lo sugiere el periódico El Tiempo en su editorial del domingo 2 de abril, sino a la dura realidad que viven los colombianos, a la disminución real de sus ingresos, a la desbordada presión fiscal, al deterioro de la seguridad ciudadana y a la desconfianza creciente en las instituciones públicas y privadas.
Reconocer que el país no va bien, no es querer que el país vaya mal. Sería una actitud irresponsable prestarse como comité de aplausos del Gobierno Nacional, manipulando cifras, contando verdades a medias, mostrando pequeños triunfos para tapar grandes problemas. El Gobierno Santos anda más preocupado por los titulares que por la realidad, les preocupa más la percepción que la inseguridad.
Reconocer que el país no va bien, no es una actitud fatalista, es la primera condición para promover el cambio, por eso salimos a las calles, porque no estamos dispuestos a resignarnos y a ver, cruzados de brazos, cómo se reparten el país mientras lo hunden. Los únicos beneficiarios del Gobierno Santos han sido los altos funcionarios y amigos del Presidente, que se han enriquecido con contratos del Estado; las Farc, que han logrado toda suerte de concesiones; y los políticos corruptos, que acompañan al gobierno a cambio de una tajada del erario.
A Juan Manuel Santos le queda un poco más de un año de Gobierno y seguramente tardaremos años en reparar el daño que le ha causado al país. El primer paso debe ser devolverle al pueblo colombiano su derecho a decidir, reconstruir la democracia como el gobierno de la mayoría, recuperar el valor vinculante del voto ciudadano y restaurar la voluntad popular como fuente de toda autoridad humana.
En el 2018 habrá que convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, para reconstruir el orden constitucional, para recuperar la estabilidad institucional y democrática del país. Para que sean los colombianos quienes decidan los aspectos estructurales de nuestro Estado y de la vida política de la Nación. Todo lo aprobado por el Gobierno y las Farc, en connivencia con el Congreso y las Cortes, debe ser revisado, por ilegitimo y arbitrario. Esto no es ni Cuba ni Venezuela, esto es Colombia y se tiene que hacer lo que el pueblo decida.
@SHOYOS