Si no le ponemos sensatez y sentido común a las jornadas electorales y legislativas que se están viviendo en torno a los acuerdos de "paz", las leyes terminarán pareciéndose a los guiones escritos por el ya inmortal Roberto Gómez Bolaños.
¿Cómo caimos en ese mar de confusiones, en donde el país observa con desconcierto lo que redactan sus legisladores, presionados por un gobierno con el sol a sus espaldas? Para evitar la descalificación que tache de pesimista y siempre negativa cualquier reacción de la opinión pública que no sea el aplauso incondicional, es preciso buscarle algo bueno a esa polarización.
¿Qué puede haber de bueno en ese enfrentamiento emotivo que hoy divide a los colombianos y manosea la Constitución y la ley? Sí, hay algo que empieza a aparecer. Son tan grandes las tensiones y diferencias que obligan a los electores a olvidarse del bullicio y fijar su atención en las ideas.
En vista de las nuevas circunstancias, la multitud de candidatos presidenciales no podrá concentrar todas las energías en pulir su propia imagen, ni apelar fácilmente a la doctrina de "así como digo una cosa, digo la otra", que campea en estos días.
Finalmente, quiénes aspiren a gobernar a los colombianos tendrán que precisar el modelo de país que quieren y aceptar que lo definan las urnas y no la imposición antidemocrática de unos pocos.
El país se siente llevado al vaivén de una ligereza ajena a sus creencias más profundas, contagiado por el comportamiento típico de uno de los personajes delineados por Chespirito con su genial habilidad para retratar el alma humana con unos cuantos brochazos.
Se trata nada menos que de la desaliñada María Expropiación Petronila Lascuráin y Torquemada de Botija, La Chimoltrufia, amiga del Chómpiras, que en “Los Caquitos” aporrea la lógica de sus contertulios repitiéndoles una explicación rotunda: "así como digo una cosa digo la otra". Su nombre es de lo más significativo: el apodo se forma con la contracción de “chimuela”, falta de una pieza dental, y”atrofiada”. Y “Expropiación Petronila” la pusieron porque en la fecha de su nacimiento se conmemoraba la expropiación petrolera del presidente Lázaro Cárdenas.
Aquí le salieron imitadores, a quiénes los planteamientos que formulan con tanta vehemencia no los comprometen para nada, pues ni siquiera reflejan el pensamiento del autor. Así llegamos a una situación en la cual, para cumplir los acuerdos, hay que interpretar que dicen lo que no dicen pero se les obligará a decir, y para tener contento al adversario se le explica que tiene la razón, pero que se hará lo contrario.
Este galimatías y la imprecisión de las reglamentaciones nos pueden llevar a una paz muy parecida a la guerra de la cual se dice que estamos saliendo, sin que nadie pueda discutir en serio el tema, porque lo mismo que se dice una cosa se dice la otra. Sin la claridad elemental que debe tener todo proceso de este género, no hay entendimiento posible porque, como sostiene la esposa del “Botija”, lo mismo que se dice una cosa se dice la otra... y de esa confusión nadie podrá defendernos, ni siquiera las habilidades de un Chespirito convertido en legislador.